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Oración para el año que termina y el que empieza

Gracias señor por todo cuanto me diste en el año que termina.
Gracias por los días de sol y los nublados, por las tardes tranquilas y las noches oscuras.
Gracias por lo que nos prestaste y luego nos pediste.
Gracias señor por la sonrisa amable y por la mano amiga, por el amor y todo lo hermoso, por todo lo dulce, por las flores y las estrellas, por la existencia de los niños y de las personas buenas.
Gracias por la soledad y por el trabajo, por las inquietudes y las dificultades, por las lágrimas, por todo lo que nos acercó a ti.
Gracias por habernos conservado la vida, por habernos dado techo, abrigo y sustento.

¿Que nos traerá el año que comienza?
Lo que quiera Señor pero te pedimos:
FE: para mirarte en todo.
ESPERANZA: para no desfallecer.
CARIDAD: para amarte cada vez mas y hacerte amar por los que nos rodean.

Dadnos  paciencia, humildad, desprendimiento y generosidad.
Dadnos Señor lo que Tú sabes que nos conviene y no sabemos pedir.
Que tengamos un corazón alerta, el oído atento, las manos y la mente activos y que nos hallemos siempre dispuestos a hacer tu voluntad.
Derrama Señor tu gracia sobre todos los que amamos y concede tu paz al mundo entero.
Así sea….

Perdí muchas veces y muchas cosas en mi vida... Pero junto a ese "perder" hoy intento el valor de "ganar".
Porque siempre es posible luchar por lo que amamos y porque siempre hay tiempo para empezar de nuevo.
No importa en que momento te cansaste. Lo que importa es que siempre es importante y necesario recomenzar... Recomenzar es darse una nueva oportunidad, es renovar las esperanzas en la vida y lo más importante... Creer en tí mismo"

Feliz Año Nuevo


Santísima Señora, Madre de Dios; tú eres la más pura de alma y cuerpo, que vives más allá de toda pureza, de toda castidad, de toda virginidad; la única morada de toda la gracia del Espíritu Santo; que sobrepasas incomparablemente a las potencias espirituales en pureza, en santidad de alma y cuerpo; mírame culpable, impuro, manchado en el alma y en el cuerpo por los vicios de mi vida impura y llena de pecado; purifica mi espíritu de sus pasiones; santifica y encamina mis pensamientos errantes y ciegos; regula y dirige mis sentidos; líbrame de la detestable e infame tiranía de las inclinaciones y pasiones impuras; anula en mí el imperio de mi pecado; da la sabiduría y el discernimiento a mi espíritu en tinieblas, miserable, para que me corrija de mis faltas y de mis caídas, y así, libre de las tinieblas del pecado, sea hallado digno de glorificarte, de cantarte libremente, verdadera madre de la verdadera Luz, Cristo Dios nuestro. Pues sólo con Él y por Él eres bendita y glorificada por toda criatura, invisible y visible, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Porque nadie, nadie, nadie te ama como Él... Esa es la razón para seguir adelante...

San Silvestre I, papa

Gobernó la Iglesia del año 314 al 335.
Bajo Silvestre I, la Iglesia, después de 300 años de persecución, salió de las catacumbas.
Este Santo Padre ejerció su pontificado en la época en la que Constantino decretó la libertad para los cristianos, dando alto a las persecuciones. El emperador Constantino le regaló a San Silvestre el palacio de Letrán en Roma, y desde entonces estuvo allí la residencia de los Pontífices.
En este tiempo se edificaron, entre otras, las dos basílicas: San Juan de Letrán y San Pedro.
El año 325 reunió en Nicea el primer concilio ecuménico al que asistieron más de 300 obispos y el mismo emperador Constantino; allí se condenó la herejía de Arrio.
En otro concilio, celebrado en Arlés, se estableció que la fiesta de Pascua se celebrase el domingo después del día 14 de la luna de marzo.
Después de gobernar la Iglesia durante 22 años, murió santamente el año 335, a edad muy avanzada

Jn 1, 1-18

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él, al declarar: "Éste es Aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo". De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Dios Hijo único, que está en el seno del Padre.

Paz


Dios tiene para ti la clave para cada problema, una luz para cada sombra, un remedio para cada dolor y un plan para cada mañana.
Sagrada Familia de Nazareth;
enséñanos el recogimiento, la interioridad;
danos la disposición de escuchar las buenas inspiraciones
y las palabra del verdadero Maestro;
enséñanos la necesidad del trabajo, de la preparación, del estudio, de la vida interior personal, de la oración, que solo Dios ve en lo secreto: enséñanos lo que es la familia, su comunión de amor, su belleza simple y austera y su carácter sagrado e inviolable.
Amén.

(SS Pablo VI)


Dios es el único que puede hacer del valle de problemas una puerta de esperanza.


Dejemos crecer el amor que Dios ha puesto en nuestro corazón.

Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos,
abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor, protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.
María, purísimo incensario de oro, que ha contenido a la Trinidad excelsa; en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra, Virgen, te ha hecho madre de Dios.
Nosotros nos alegramos en ti; tú eres nuestra defensa ante Dios. Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos. Manda a tus siervos el socorro del cielo.

Fiesta de la Sagrada Familia

La Iglesia celebra hoy la fiesta de la Sagrada Familia, formada por Jesús, María y José para presentar el modelo de los hogares cristianos y a la familia como célula de la sociedad. Al nacer Jesús en una familia, el Hijo de Dios ha santificado la familia humana. Por eso nosotros veneramos a la Sagrada Familia como Familia de Santos.
La tradición dice que en la casa de Nazaret Jesús llevó una vida sencilla, humilde y oscura hasta la edad de 30 años.
En el seno de esa familia aprendió el oficio de carpintero que ejercía San José.
Allí creció en edad y sabiduría.
Junto a ellos, María se sentía feliz de aliviar las fatigas de su esposo.
Los tres santificaron la vida familiar con el ejercicio de las virtudes domésticas, practicando la caridad, la ayuda mutua, el respeto y la obediencia.

“La familia es la primera comunidad de vida y amor el primer ambiente donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse amado, no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios.”  Juan Pablo II

Lc 2, 22-40

Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor. Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: "Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel". Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos". Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.

Una vida de oración no consiste en pasar el tiempo de rodillas hablando incesantemente a Dios, sino una vida en la que el hombre está siempre consciente de que está dentro y fuera de Él, y encima y debajo de Él, y arriba y abajo y en torno y todo alrededor de Él. Por tanto, ser hombre de oración no significa ser un hombre cuyas palabras, hechos y pensamientos sean sobre Dios, sino dirigidos a Dios. Un hombre que coma y beba, que duerma y trabaje, que ría y que llore, que sufra y se regocije, triunfe y fracase en Dios y por el honor y la gloria de Dios.

Es maravilloso Señor:


Es maravilloso Señor:
Tener los brazos abiertos, cuando hay tantos mutilados.
Que mis ojos vean, cuando hay tantos sin luz.
Que mis manos trabajen, cuando hay tantas que mendigan.
Que tenga salud, cuando hay tantos enfermos.
Que tenga seres queridos, cuando hay tantos solitarios.
Que mi voz cante, cuando hay tantas que enmudecen.
Que maravilloso Señor:
Tener abrigo, techo y sustento, cuando hay tantos en la calle.
Es maravilloso volver a casa, cuando hay tantos que no tienen a dónde ir.
Es maravilloso amar, vivir sonreír y soñar, cuando hay tantos que odian, lloran y se revuelven en pesadillas.
Es maravilloso tener un DIOS en quien creer, cuando hay tantos que no sienten consuelo ni tienen fe.
Es maravilloso Señor…… sobre todo, tener tan poco que pedir y tanto que agradecer.
¡¡¡¡ CUÁNTO TE AMO, SEÑOR !!!!


Dios no regala colonias, ni discos, ni libros. No regala la play, o el iPod, o ropa. Nos regala a su hijo. Y en Él, y a través de su historia única, de su palabra sincera, de su vida, nos regala la compasión, la ternura, la generosidad y la autenticidad.
OH, piadosísima Virgen María! Sed la salvación del alma mía!
Amén.
 

Somos reflejos del Amor de Cristo…
1- Sonríe
2-Ayuda
3-Ama
4-Soporta
Así como Cristo vive en Ti, también vive en tu herman@.
Demos testimonio vivo de de Cristo con nuestra vida!!!

Santo Tomás Becket, obispo y mártir

Nació en Londres en 1118.
Por sus méritos, talentos y virtudes llegó a ser el Gran Canciller de Inglaterra y obispo de Canterbury. Fue uno de los más ilustres prelados benedictinos de la Edad Media.
El rey Enrique II depositó en él su confianza y lo distinguió con su amistad. Sin embargo, cuando este mismo rey pretendió sancionar medidas lesivas de las libertades de la Iglesia, Tomás defendió con energía la independencia de la Iglesia contra el cesaropapismo del rey. En 1164 rechazó la Constitución de Clarendon, que subordinaba la justicia eclesiástica a la real.
"Como sacerdote de Cristo  –declaró–  de buen grado moriría mil muertes para defender la Iglesia de Dios".
Fue asesinado en la Catedral por orden del rey, el 29 de diciembre de 1170.
El papa Alejandro III en 1173 lo proclamó santo.



Lc 2, 22-35

Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor". También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor. Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: "Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel". Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos".

Dios está siempre conmigo.

Cuando más triste me encontraba
Y con mi alma vacía
De pronto una voz me hablaba
Tú no estás solo me decía…

Yo estoy siempre contigo
Cuidándote y guiándote por buen camino
Si hasta en tus sueños te doy abrigo
Para darte paz y a tu corazón alivio…

Solo búscame dentro de tu corazón
Y nunca jamás volverás a estar solo
Caminaremos juntos en busca de la razón
Y te darás cuenta que nunca has estado solo…

Y mi tristeza poco a poco fue desapareciendo
Y de pronto sentí un alivio en mi alma
Y cuando busqué dentro de mi corazón
Me di cuenta que Dios era el que me hablaba.

Y si en algún momento me encuentro triste
Solo busco dentro de mi corazón
Y sé que Dios está siempre conmigo.


María sabías que...



Uno valora lo que más sacrificio le cuesta, por eso Dios te valora tanto, porque le costó la vida de su hijo salvarte.


No hay silencio que El Señor no entienda, ni tristeza que él no sepa, no hay amor que ignore, ni lagrima que no valore, por que El te ama.

SEÑOR en este día te pedimos por los que no hemos sabido ser buenos padres (y somos como Herodes). SEÑOR te pedimos por los niños abortados (y somos como Herodes). SEÑOR te pedimos por los que nos hemos hecho los desentendidos con los niños de la calle (y somos como Herodes). SEÑOR te pedimos perdón por los que han abusado de infantes y niños (y somos como Herodes). SEÑOR te pedimos ilumines a los que tienen a su cargo a la niñez: maestros, pedagogos, pediatras, religiosos... y que han fallado (y somos como Herodes). POR LOS QUE HEMOS LASTIMADO A UN NIÑO DE UNA FORMA U OTRA, PIEDAD SEÑOR....

Los Santos Inocentes

Cuando nació Jesús hacía 30 años que reinaba en Judea Herodes Ascalonita, a quien la historia llama el Grande, para diferenciarlo de Herodes Antipas, el que mandó matar a Juan el Bautista.
Era un extranjero aborrecido por los judíos que por haber usurpado el trono desconfiaba de todos hasta la ridiculez.
Al enterarse por los Magos del nacimiento del Mesías en Belén de Judá, y por temor a perder el trono, comenzó a tramar un plan para matar al recién nacido.
Según señala el Evangelio de San Mateo, Herodes llamó a los Sumos Sacerdotes para preguntarles en qué sitio exacto iba a nacer el rey de Israel, al que habían anunciado los profetas. Ellos le contestaron: "Tiene que ser en Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas diciendo: "Y tú, Belén, no eres la menor entre las ciudades de Judá, porque de ti saldrá el jefe que será el pastor de mi pueblo de Israel" (Miq. 5, 1).
Entonces Herodes se propuso averiguar exactamente dónde estaba el niño, para después mandar a sus soldados a que lo mataran. Y fingiendo dijo a los Reyes Magos: - "Vayan y averiguen acerca de ese niño, cuando lo encuentren regresan y me lo informan, para ir yo también a adorarlo". Los magos se fueron a Belén guiados por la estrella que se les apareció otra vez, al salir de Jerusalén, y llenos de alegría encontraron al Divino Niño Jesús junto a la Virgen María y San José; lo adoraron y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. En sueños recibieron el aviso divino de que no volvieran a Jerusalén y regresaron a sus países por otros caminos.
Cuando se vio burlado por los Magos, se enfureció y ordenó la matanza de todos los niños de dos años para abajo, en Belén.
Pero un ángel avisó a José que huyese con María y el Niño a Egipto, poniéndose de esta manera a salvo.
El mismo evangelista San Mateo afirmará que en ese día se cumplió lo que había avisado el profeta Jeremías: "Un griterío se oye en Ramá (cerca de Belén), es Raquel (la esposa de Israel) que llora a sus hijos, y no se quiere consolar, porque ya no existen" (Jer. 31, 15).
Desde los primeros siglos la Iglesia celebra en esta fecha la fiesta de los Santos Inocentes, los primeros mártires que dieron su vida por Cristo. Ya el mismo Jeremías dejó dicho y escrito que "de la boca de los que no saben hablar sacaste alabanza".

Mt 2, 13-18

Después de que los magos partieron de Belén, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo". José se levantó, y esa misma noche tomó al niño y a su madre y partió a Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo. Cuando Herodes se dio cuenta de que los magos lo habían engañado, se puso furioso y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años. Conforme a la fecha que los magos le habían indicado. Así se cumplieron las palabras del profeta Jeremías: En Ramá se ha escuchado un grito, se oyen llantos y lamentos: es Raquel que llora por sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya están muertos.

Victoria


Antes de Orar…................Perdona.
Antes de Hablar…...............Escucha.
Antes de Escribir…..............Piensa.
Antes de Gastar…...............Gana.
Antes de Criticar…..............Espera.
Antes de Rendirte…............Prueba.
Tus palabras,tus sueños y tus pensamientos son el reflejo de Dios en tu vida.

Señor, toma este corazón de piedra, y dame un corazón de hombre; un corazón que te ame, un corazón que se alegre en ti, que te imite y que te complazca.

Oh Virgen María, Salud de los enfermos,
que has acompañado a Jesús en el camino del Calvario
y has permanecido junto a la cruz en la que moría tu Hijo,
participando íntimamente de sus dolores,
acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de Él,
para que las semillas esparcidas durante el Jubileo
sigan produciendo frutos abundantes en los años venideros.
Madre misericordiosa, con fe nos volvemos hacia Ti.
Alcánzanos de tu Hijo el que podamos volver pronto,
plenamente restablecidos, a nuestras ocupaciones,
para hacernos útiles al prójimo con nuestro trabajo.
Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento
de la prueba y ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro "sí",
seguros de que Dios sabe sacar de todo mal un bien
más grande.
Virgen Inmaculada, haz que los frutos del Año Jubilar
sean para nosotros y para nuestros seres queridos,
prenda de un renovado empuje en la vida cristiana,
para que en la contemplación del Rostro de Cristo Resucitado
encontremos la abundancia de la misericordia de Dios
y la alegría sin fin del Cielo.
Amén!

(Juan Pablo II)

Dios hace milagros, Él es especialista en transformar crucifixiones en resurrecciones.

San Juan, apóstol y evangelista

SAN JUAN (¿?-98/101) nació en Betsaida, el actual El Aradsch, cerca de Mahjar, en Siria.

San Juan fue hijo de Zebedeo y de Salomé, y hermano de otro de los Apóstoles, Jacobo el Mayor; ambos eran pescadores. Por su temperamento enérgico, Jesús los llamaba “hijos del trueno”.

Primeramente San Juan fue discípulo de San Juan Bautista, y luego siguió a Jesús, convirtiéndose en su “apóstol querido”. San Juan era el más joven de los discípulos de Jesús, y asimismo fue el más longevo.

Tal vez se recuerda más a San Juan porque fue el apóstol que descansó su cabeza en el hombro del Maestro en la Última Cena. También fue el único de ellos que estuvo al pie de la Cruz, y fue quien después se hizo cargo de la Virgen María.

Por tradición existe el acuerdo de identificar a San Juan el Apóstol con San Juan el Evangelista, y a éste con el autor del Apocalipsis, el último libro del Nuevo Testamento y el único de carácter profético.

De tratarse de la misma persona, tras la muerte de Jesús a San Juan predicó desde antes del año 57 en Asia Menor, y se estableció concretamente en Éfeso, actualmente ciudad en ruinas en Selçuk, Turquía.

El apostolado de San Juan al frente de la Iglesia de Éfeso tuvo notable éxito en la difusión del primitivo cristianismo, y duró largos años.

Sin embargo, con las persecuciones contra cristianos ordenadas por el emperador Domiciano San Juan se vio en problemas al negarse a rendir a rendir culto en el templo de Diana-Artemisa.

El sacerdote mayor le ordenó entonces beber un veneno de la misma copa de la que frente a sus ojos habían bebido dos malhechores, cayendo muertos en el acto.

Se cuenta que San Juan hizo la señal de la Cruz sobre la copa, y a continuación el veneno se transformó en una serpiente que se deslizó fuera del recipiente; San Juan bebió sin que le ocurriera nada, y además echó su túnica sobre los dos infelices, quienes instantáneamente recuperaron la vida.

Hacia el año 95 San Juan fue llevado prisionero a Roma, donde en la Porta Latina fue condenado al suplicio de recibir un baño de aceite hirviendo, pero San Juan lo recibió como si de agua fresca se tratara.

Entonces lo condenaron al exilio en la isla de Patmos, a unos 70 kilómetros de Éfeso. Fue en ese lugar donde se cree que tuvo las revelaciones del Apocalipsis y donde escribió ese libro.

Con el emperador Nerva (96-98), más tolerante hacia los cristianos, San Juan pudo regresar a Éfeso, donde habría redactado su Evangelio, tal vez el más espiritual y conceptual de todos.





San Juan falleció de avanzada edad en Éfeso. Por las alturas que alcanza su teología, a San Juan se le atribuye como símbolo un águila.

SAN JUAN nos enseña los fundamentos originales de la doctrina de Jesús.


Jn 20, 2-9

El primer día después del sábado, María Magdalena vino corriendo a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto". Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró. En eso, llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Observó los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces, entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

JESÚS tu eres mi VIDA, mi PAZ, mi REFUGIO, mi FORTALEZA, mi SEÑOR, mi SALVADOR y mi FELICIDAD eterna. TE AMO!!!

TRAS LA TORMENTA

Las nubes llegan. El viento se desata. Llueve. Rayos y truenos iluminan, frenéticamente, el paisaje.

En el mar, miedo ante las olas. En tierra, angustia por lo que pueda suceder a los navegantes.

El viento cambia de dirección. La lluvia amaina. El mar comienza a serenarse. La tormenta pasa.

En la vida llegan momentos duros, de tormenta. Las situaciones se precipitan. La angustia invade el alma. Sentimos miedo.

Luego, como por un extraño milagro, las cosas vuelve a ocupar su sitio. La vista y la mente recuperan la serenidad. La prueba ha pasado.

La experiencia nos recuerda que no todo está arreglado. Hay tormentas que dejan daños íntimos, heridas que han de ser curadas. Además, tras las zozobras del hoy son casi seguras las que llegarán en unos días, o quizá incluso mañana.

Pero los momentos de bonanza permiten recuperar energías. Nos preparamos para la siguiente prueba, consolamos el alma con la dicha de estos instantes de paz, de armonía, de belleza.

En nuestro camino hacia Dios, se suceden tormentas y bonanza, inquietudes y consuelos. En la marcha humana, necesitamos momentos de reposo, de aire fresco, de esperanza.

Tras la tormenta, recogemos fuerzas. Mañana, con la ayuda de Dios, iniciará una nueva travesía. En el horizonte brillará, como señal de esperanza, de alegría, un sol recién nacido. Su luz iluminará ese camino que nos acerca al hogar, a la patria, a la casa del Padre que ama y espera a cada uno de sus hijos.


Jesús, en este dia millones alrededor del mundo EXALTAMOS tu nombre.

DIOS es MÁS GRANDE que todos tus problemas!!!

SEIS COSAS QUE DIOS NOS MUESTRA Y DESEA QUE SEPAMOS.


1. Que El es nuestra fuerza y nuestra justicia.
2. Que El es nuestra provisión.
3. Que cuando Le buscamos, nos responde
4. Que El está siempre a nuestro lado y nos acompaña.
5. Que El es nuestro descanso.
6. Que El es nuestra Paz.

San Esteban

SAN ESTEBAN (¿1?-36/40) nació en Jerusalén; fue contemporáneo de Jesús.

Judío de tradición helenista, San Esteban fue el primero de los siete diáconos de la comunidad cristiana primitiva de Jerusalén.

Los diáconos, que en un principio eran consagrados directamente por los Apóstoles, ejercían un cargo de asistencia social en aspectos en los que existía desacuerdo entre la perspectiva helenista y la judía tradicional, como el cuidado de las viudas y los huérfanos.

Por los Hechos de los Apóstoles sabemos que San Esteban era un predicador muy estimado, y que con sus discursos acerca de la Resurrección de Jesús logró convertir a muchos de los que fueron propiamente los primeros de todos los cristianos.

Debido a su éxito, también se ganó la animadversión de muchos ortodoxos, y a la menor oportunidad fue acusado de contravenir la ley de Moisés y blasfemar contra Dios.

Cuando los jueces de la sinagoga le increparon si era cierto lo que se decía, San Esteban les respondió con un inflamado discurso, el más extenso de los de los Hechos de los Apóstoles, con el que intentaba convencerles de que los tiempos habían cambiado con la llegada del Redentor.

Las palabras de San Esteban sólo llenaron de ira a las autoridades y encendieron a la multitud. A continuación lo condujeron a las afueras de Jerusalén para apedrearlo.

Un joven que había llegado del extranjero, llamado Saulo, contemplaba horrorizado la escena; él sería el futuro apóstol San Pablo.

Mientras moría lapidado, San Esteban se puso de rodillas y rezó por el perdón de sus asesinos, pidiéndole al Señor que no tomara en cuenta ese pecado.

De San Esteban se dice que es el protomártir, pues fue el primero de todos los mártires que murieron a causa de su fe.

SAN ESTEBAN nos enseña el principio fundamental del perdón.


Mt 10, 17-22

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "Cuídense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los enjuicien, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque, en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes. El hermano entregará al hermano a la muerte, y el padre a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin se salvará".
Señor, al final de este día tan especial te pedimos que por el misterio de tu encarnación, por tu nacimiento y tu infancia, por toda tu vida consagrada al servicio del Padre, veles nuestro sueño y nos libres de todo mal. Amén
Regalos de Navidad:
A tu enemigo, el perdón.
A un amigo, tu corazón.
A un niño, un buen ejemplo.
A ti mismo, respeto.

Contra la violencia de este mundo Dios opone, en ese Niño, su bondad. Y nos llama a seguir al Niño.


El verdadero misterio de la Navidad es el resplandor interior que viene de este Niño. Dejemos que este resplandor interior llegue a nosotros, que se encienda en nuestro corazón la llamita de la bondad de Dios; llevemos todos, con nuestro amor, la luz al mundo.


Si en tu corazón hay un poco más de amor, es Navidad.
Si has decidido perdonar a alguien, es Navidad.
Si buscas a Dios de verdad, es Navidad.
Su aumenta el gozo de tu fe cristiana, es Navidad.
Si en tu alma florece la esperanza, es Navidad.
Si trabajas por la justicia entre los hombres, es Navidad.
Si tienes deseos de vivir y los comunicas a los demás, es Navidad.
Si sabes sufrir con amor, es Navidad.
Si eres perseguido o se ríen de ti por causa del Evangelio, es Navidad.
Si te alegras de ser hijo de Dios, es Navidad.


La Luz miró hacia abajo, y vio las tinieblas.
Allí quiero ir, dijo la Luz.
La paz miró hacia abajo, y vio la guerra.
Allí quiero ir, dijo la Paz.
El Amor miró hacia abajo, y vio el odio.
Allí quiero ir, dijo el Amor.
Así apareció la Luz, y resplandeció.
Así apareció la Paz y ofreció reposo.
Así apareció el Amor y trajo la Vida.
Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros.
¡Oh! quien pudiese penetrar, ¡oh Virgen purísima! los gozos y júbilos de vuestro santísimo corazón, ¡cuando destilando los cielos miel y dulzura, vos en el portal de Belén, sin dolor, sin pesadumbre, sin corrupción ni mengua de vuestra pureza virginal, paristeis a vuestro unigénito Hijo, y visteis delante de vos salido de vuestras entrañas, más limpio y más resplandeciente que el mismo sol, al bien y remedio del mundo tiritando de frío, y que ya con sus lágrimas comenzaba a hacer oficio de Redentor! ¡Cuando adorándole y besándole los pies como a Dios, y la mano como a vuestro Señor, y el rostro como a vuestro Hijo, y abrazándole y aplicándole a vuestros virginales pechos, le envolvisteis en viles pañales, y el santo Infante os miró con dulces y alegres ojos, y se os sonrió como niño a su amorosa madre! ¡Cuando visteis descender los ángeles del cielo a adorarle y servirle, y a darle música y manifestarle a los pastores, y los mismos pastores venir a reverenciarle y a dar vasallaje a su Salvador y Señor!

¡Oh Virgen santísima! ¡Con qué ojos mirabais al que así os miró! ¡Qué gracias le dabais! ¡Qué cantares le cantabais! ¡Con qué amor le respondíais! ¡Qué palabras le decíais! ¡Qué luces, qué resplandores, qué ardores, que latidos, qué sentimientos y afectos, qué ternuras y dulzuras ocupaban vuestra benditísima alma y la tenían absorta, enajenada y trasportada en aquel Señor nuestro y Hijo vuestro, que por su vil esclavo tanto se había abatido y humillado, y a vos os había levantado sobre todos los coros y jerarquías de los ángeles y sobre todo lo criado! Pues, ¡oh Reina del cielo y de la tierra! ¡oh Señora mía y esperanza mía! yo os doy la enhorabuena de vuestro g1orioso parto, y de esta vuestra dignidad, y me gozo entrañablemente de vuestro gozo; y humildemente os suplico que pues paristeis a vuestro precioso Hijo para mí, no pierda yo por mi culpa lo que él me ganó por su gracia. Y pues hoy es día de ofreceros servicio, y de que vos nos hagáis mercedes, yo os ofrezco mi corazón y me doy por vuestro siervo y esclavo con perpetuo vasallaje por todos los días de mi vida, y os ruego Madre benignísima, que me alcancéis de este niño tierno y dulcísimo que tenéis en vuestros brazos gracia para que nazca en mí, y viva y more en mí de manera que yo sea participe de todos los bienes que él nos acarreó del cielo con su santo nacimiento. Amén.

Natividad de Nuestro Señor Jesucristo

Después de la Pascua, es la Navidad la fiesta más grande del calendario cristiano. Pero a diferencia de aquella, la Navidad es hoy una fiesta de carácter universal, que se celebra en todo el mundo, aún en países no cristianos.
La fiesta del nacimiento de Jesús es la fiesta familiar por excelencia, que tiene la virtud de renovar en los corazones los deseos de felicidad y de paz.
Un antiguo documento del año 354 llamado el Cronógrafo confirma la existencia en Roma de esta fiesta el 25 de diciembre, que corresponde a la celebración pagana del solsticio de invierno “Natalis solis invicti”, esto es, el nacimiento del nuevo sol que, después de la noche más large del año, readquiría nuevo vigor.
Al celebrar en este día el nacimiento de quien es el verdadero Sol, la luz del mundo, que surge de la noche del paganismo, se quiso dar un significado totalmente nuevo a una tradición pagana muy sentída por el pueblo, porque coincidía con las ferias de Saturno, durante las cuales los esclavos recibían dones de sus patrones y se los invitaba a sentarse a su mesa, como libres ciudadanos. Sin embargo, con la tradición cristiana, los regalos de Navidad hacen referencia a los dones de los pastores y de los reyes magos al Niño Jesús.
En oriente se celebraba la fiesta del nacimiento de Cristo el 6 de enero, con el nombre de Epifanía, que quiere decir “manifestación”; después la Iglesia oriental acogió la fecha del 25 de diciembre, práctica ya en uso en Antioquía hacia el 376, en tiempo de San Juan Crisóstomo, y en el 380 en Constantinopla. En occidente se introdujo la fiesta de la Epifanía, última del ciclo navideño, para conmemorar la revelación de la divinidad de Cristo al mundo pagano.
San León Magno, que gobernó la Iglesia en el siglo V, decía en una homilía de Navidad: “Hoy nació nuestro Salvador. Alegrémonos. No es justo dar lugar a la tristeza cuando nace la vida para acabar con el temor de la muerte y llenarnos de gozo con la eternidad prometida. Nadie se crea excluido de participar en este regocijo, pues una misma es la causa de la común alegría, ya que nuestro Señor, destructor del pecado y de la muerte, vino a librar a todos del pecado. Alégrese el santo, porque se acerca al premio; alégrese el pecador, porque se lo invita al perdón; anímese el infiel, porque se lo llama a la vida”.


Jn. 1,1-18

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él, al declarar: «Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo». De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.
Señor, te esperábamos más grande, y vienes en la debilidad de un niño.
Te esperábamos a otra hora, y vienes en el silencio de la noche.
Te esperábamos poderoso como un rey, y vienes hombre frágil como nosotros.
Te esperábamos de otra manera, y vienes así de sencillo.
Casi no hay quien te reconozca al verte así, tan humano.
Nos habíamos hecho una idea de ti, y vienes, Señor, rompiendo todo lo previsto.
Danos fe para creer en ti, y reconocerte así, como vienes.
Fortalece nuestra esperanza para confiar en ti, en la sencillez en la que vienes. Enséñanos a amar como amas tú, que siendo fuerte te hiciste débil para ser nuestra fortaleza en todo momento.
Por eso, a quien busca y no encuentra, ven Señor Jesús.
A quien sufre en silencio, ven Señor Jesús. A quien te espera, ven Señor Jesús. A quien no te espera, ven Señor Jesús. A nuestras familias, Ven Señor Jesús. A nuestra ciudad, ven Señor Jesús. A quien sueña en un mundo en paz, ven Señor Jesús. A quien lucha por algo noble, ven Señor Jesús. A quien está equivocado, ven Señor Jesús. A los pesebres de nuestro mundo, ven Señor Jesús. A…., ¡¡ ven Señor Jesús !!

EN BELÉN YA ES NAVIDAD!!!!!

PREGÓN DE NAVIDAD

“Os anuncio una gran alegría”
Hoy es el día que Dios eligió para venir a este mundo,
el día que Dios eligió para darse a conocer totalmente a nosotros,
el día que Dios eligió para hacernos sus hijos en el Hijo.

“Os anuncio una gran alegría”
Éste es el día en que Dios nos habla,
ya no como lo hizo antiguamente a través de los profetas.
Hoy, Dios nos habla por su propia Palabra, hecha carne en María.

“Os anuncio una gran alegría”
En este día el hombre deja de ser pecador por naturaleza,
porque nace Aquél que no tiene pecado,
y con su pureza y su obediencia “quita el pecado del mundo”.

“Os anuncio una gran alegría”
Hoy Dios viene a decirnos que el dolor es pasajero,
que el sufrimiento no es para siempre;
que nuestro destino es la felicidad para siempre,
pues Aquél que hoy nace nos abre la puerta a la eternidad.

“Os anuncio una gran alegría”
El Eterno se hace humano para hacer al humano eterno.
Hoy es posible el perdón, la reconciliación.
Hoy se ha abierto el cielo para bajar a la tierra.

“Os anuncio una gran alegría”
Hoy cantan los ángeles:
“Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres
porque Dios los ama”.

Hoy, en la ciudad de David, en tu ciudad, en la mía
y en todas las ciudades que quieran acogerlo;
en tu familia y en la mía, si quieren acogerlo,
en tu corazón y en el mío, si quieren acogerlo…

“NOS HA HACIDO UN SALVADOR, EL MESÍAS, EL SEÑOR”
“Y ENCONTRARÉIS UN NIÑO ENVUELTO EN PAÑALES
Y ACOSTADO EN UN PESEBRE”
“GLORIA IN EXCELSIS DEO”.

Queremos desearles un hermoso Nacimiento atodos nuestros queridos hermanos de esta comunidad. Acerquemos a este Niño a todos aquellos que aún no lo conocen. Que su Luz brille en cada corazón, en cada familia, en cada sitio de estudio y trabajo... Anunciemos a Dios en la paz y la alegría de esta Nochebuena!!! Felicidades!!!!!
 

Dios es tan poderoso que puede hacerse pequeño y venir a nuestro encuentro como niño indefenso para que podamos amarlo.

La Navidad no es una fiesta fácil. Sólo puede celebrarla desde dentro quien se atreve a creer que Dios puede volver a nacer entre nosotros, en nuestra vida diaria. Este nacimiento será pobre, frágil, débil como lo fue el de Belén. Pero puede ser un acontecimiento real. El verdadero regalo de Navidad...

"Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre". Dios se hizo niño, la omnipotencia, el Poder supremo, el Amor y la Misericordia infinitas se vuelve pequeña y frágil, para abrazarnos a todos, porque Dios no mira ni actúa como miramos y actuamos los hombres. No olvidemos en esta Navidad que Jesús viene a nosotros en cada hermana y hermano: en nuestros vecinos, familiares, en los desconocidos, especialmente en los más vulnerables, los que no tienen lugar, ni techo, ni pan, ni trabajo, los que están perdidos y desorientados.

¿ESTAMOS DISPUESTOS?

¿A olvidar lo que hemos hecho por el prójimo y recordar lo que otros han hecho por nosotros?
¿A no pensar en la deuda que tiene el mundo con nosotros y pensar más bien sobre lo que nosotros debemos a la humanidad?
¿A tener en cuenta las necesidades y preferencias de los niños?
¿A acordarnos de los que están entrados en años y se sienten débiles y solos?
¿A no preocuparnos por lo que puedan pensar de nosotros y plantearnos en cambio si amamos al prójimo?
¿A enterrar los malos pensamientos y sembrar sentimientos de bondad y bendición?

¿Estamos dispuestos a hacer lo que enumeramos, aunque sólo sea por un día?
Si es así, entonces, celebraremos realmente la Navidad.

¿Creemos que el amor es la fuerza más poderosa del mundo, mayor que el odio y que la muerte?
¿Creemos que el Niño que nació tiempo atrás en Belén es la encarnación de Dios y la luz del amor eterno?

Si es así, entonces, celebraremos realmente la Navidad.

Que la luz que Dios envió al mundo en la primera Navidad ilumine nuestros corazones.
Que la Navidad de Jesús nos traiga paz.
Que el amor de esta fecha llene nuestros corazones.
Y que conservemos todo el año la Navidad en nuestros corazones.

Apresúrate, Señor Jesús, y no tardes, para que tu venida consuele y fortalezca a los que esperan todo de tu amor. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos.

Santa Paula Isabel Cerioli

Nació en 1916, en Soncino, Cremona, Italia, en una familia acaudalada de la nobleza local.
Hasta los 16 años estudió con las Hermanas de la Visitación, en Alzano, donde la joven destacó por su bondad de ánimo y comenzó a desplegar sus grandes virtudes espirituales.
En 1835, cuando ella tenía 19, fue casada por sus padres con Gaetano Buzecchi, un hombre noble y rico que era 60 años mayor que ella. Con él se trasladó a Comonte, en Bérgamo.
En su matrimonio con un hombre tan distante, Santa Paula Isabel Cerioli se mostró siempre generosa, paciente y dócil; con él tuvo tres hijos, pero uno murió al nacer, otro con un año de edad, y el tercero no pasó de la adolescencia.
Cuando su marido falleció también, en 1857, ella se encontró siendo una mujer rica y viuda de 38 años de edad. Decidió entonces dedicarse a obras de caridad, para lo cual empeñó su inmenso patrimonio.
Ese mismo año fundó el Instituto de la Sagrada Familia, consagrado a la educación de niños huérfanos y de familias campesinas humildes.
Después de algunos años fundó también los “Hermanos y Hermanas de la Sagrada Familia”, institución dedicada al apostolado entre los campesinos con mayor marginación.
Ella en persona escribió las Reglas para sus institutos, las cuales fueron aprobadas por el obispo de Bérgamo, que las consideró un conjunto de sabios preceptos.
La vida de Santa Paula Isabel se consumió en su intensa labor de asistencia social y actividad religiosa, y falleció con sólo 49 años de edad en Comonte la Nochebuena de 1865.
Santa Paula Isabel Cerioli fue canonizada como modelo de santidad por el papa Juan Pablo II en 2004.