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Te rogamos, Señora nuestra, que tú, Estrella de la mañana, alejes con tu esplendor la niebla de la sugestión diabólica, que cubre la tierra de nuestra alma;
tú que eres la luna llena, llena nuestro vacío,
ahuyenta las tinieblas de nuestros pecados,
a fin de que merezcamos llegar a la plenitud de la vida eterna, a la luz de la gloria imperecedera.
Ayúdenos el Señor, que te creó para que seas nuestra luz; el que, para nacer luego de ti, hizo que nacieses tú.
A él es dado el honor y la gloria por los siglos de los siglos.
Amén.




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