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Madre...


Te doy gracias por estar a siempre a nuestro lado.
Eres don incondicional y servicio desinteresado.
No nos abandonas nunca y eres Madre educadora que nos corriges y sostienes cuando nos distanciamos del Creador.
Eres Auxiliadora en las pruebas y Mediadora en nuestras necesidades.
Pero más que nada: eres Madre, que nos cuidas, nos proteges y nos guías en el crecimiento del espíritu y en el amor a los demás.
Nos dejaste el ejemplo: Hablaste poco y te retiraste a un costado, pero con firme presencia.
Sufriente al pie de la cruz y maestra de la perseverante oración.
Hoy te quiero regalar un nuevo título: Nuestra Señora de la Mirada.
Tus ojos brillosos reflejan la ternura y la emoción de tu corazón, vacío de sí pero colmado en plenitud de un amor generoso, dispuesta a escuchar y a interceder ante tu Hijo querido.
Y ese especialísimo Don que Dios te regaló, lo tienes en tu mirada, que trasunta la limpieza de tu alma y la fidelidad a tu compromiso.
Mirada de ATENCION hacia nuestro sufrimiento y nuestras infidelidades para transformarlas en ofrecimiento silencioso.
Mirada atenta para que no nos desviemos del camino.
Mirada tierna y siempre despierta para hacernos sentir hijos predilectos del Amor del Padre.
Mirada...que da fuerza y alegría para ir al encuentro de quien dió su vida por nosotros.
Madre, te damos gracias por estar incondicionalmente siempre a nuestro lado.
Amen.

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