"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Mt 14, 1-12
La fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca Herodes, y él dijo a sus
allegados: "Éste es Juan el Bautista; ha resucitado de entre los
muertos, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos". Herodes, en
efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a causa de
Herodías, la mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía: "No te
es lícito tenerla". Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo,
que consideraba a Juan un profeta. El día en que Herodes festejaba su
cumpleaños, su hija, también llamada Herodías, bailó en público, y le
agradó tanto a Herodes que prometió bajo juramento darle lo que pidiera.
Instigada por su madre, ella dijo: "Tráeme aquí sobre una bandeja la
cabeza de Juan el Bautista". El rey se entristeció, pero a causa de su
juramento y por los convidados, ordenó que se la dieran y mandó
decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue llevada sobre una bandeja y
entregada a la joven, y ésta la presentó a su madre. Los discípulos de
Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a informar a
Jesús.
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