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Corazón de Jesús, me fio de Tí ,porque lo puedes todo, me conoces del todo y me quieres a pesar de todo!

El cristianismo es una Presencia

¿Qué pasaría si un buen día llegáramos a comprender que el cristianismo no es una ética, ni una norma, ni un rito, ni un sistema ni de creencias ni de valores? ¿Qué pasaría si llegáramos a comprender que el cristianismo es una Presencia?

Y no es que algo así sea una ocurrencia de última hora, sino que está siendo una constante repetida en el magisterio de Benedicto XVI. Ejemplo de ello es el inicio de su primera Carta Encíclica: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Carta Encíclica, Deus caritas est, nº1)

Si seguimos rastreando en su magisterio nos encontraremos que en una Audiencia General tenida en diciembre de 2008 afirma: “La fe no es producto de nuestro pensamiento, de nuestra reflexión, es algo nuevo que no podemos inventar, sino sólo recibir como un don, como una novedad producida por Dios. Y la fe no viene de la lectura, sino de la escucha. No es una cosa solamente interior, sino una relación con Alguien. Supone un encuentro con el anuncio, supone la existencia del otro que anuncia y crea comunión”

En una de las catequesis realizadas durante el Año Paulino y comentando lo sucedido en el camino a Damasco afirma, “San Pablo no fue transformado por un pensamiento sino por un acontecimiento, por la presencia irresistible del Resucitado, de la cual ya nunca podrá dudar, pues la evidencia de ese acontecimiento, de ese encuentro, fue muy fuerte. Tampoco para nosotros el cristianismo es una filosofía nueva o una nueva moral. Sólo somos cristianos si nos encontramos con Cristo”

(Vocacionesjesuitas.org)

 

La lengua: nada mejor y peor

Un mercader griego y rico quería dar un banquete con comidas especiales.

Llamó a su esclavo y le ordenó que fuera al mercado a comprar la mejor comida.

El esclavo volvió con un bello plato cubierto con un fino paño.

El mercader removió el paño y asustado dijo:
- ¿Lengua? ¿Es éste el plato más delicioso que encontraste?

El esclavo, sin levantar la cabeza, respondió:
- La lengua es el plato más delicioso, si señor.

Es con la lengua que usted pide agua, dice "mamá", hace amistades, conoce personas, distribuye sus bienes, perdona. Con la lengua, usted conquista, reúne a las personas, se comunica, dice "Dios mío", canta, cuenta historias, guarda la memoria del pasado, hace negocios, dice "yo te amo" y habla bien.

El mercader, no muy convencido, quiso testear la sabiduría de su esclavo y lo envió nuevamente al mercado, ordenándole que trajera el peor de los alimentos.

Volvió el esclavo con un lindo plato, cubierto por fino tejido que el mercader retiró, ansioso, para conocer el alimento más repugnante.

- ¡Lengua, otra vez! dijo el mercader, espantado.

- Si, lengua, dijo el esclavo, ahora más altivo.

Es la lengua que condena, separa, provoca intrigas y celos. Es con ella que usted blasfema y manda al infierno. La lengua expulsa, aísla, engaña al hermano, responde a la madre, ofende al padre...

La lengua declara guerra. Es con ella que usted pronuncia la sentencia de muerte.

No hay nada peor que la lengua y no hay nada mejor que la lengua. Depende del uso que Ud. haga de ella.

María, virgen fiel y ejemplo de fidelidad. Eres el testigo más convincente de un Dios que se allana y te hace centro del amor que se acerca a los hombres.

Tu fidelidad se mantuvo por encima de los momentos difíciles; cuando tuviste que emigrar; cuando el Hijo decía cosas que tu sencillez no alcanzaba a entender; cuando se marchó un día de casa; cuando sus enemigos lo persiguieron y crucificaron.

María, que tu fidelidad sea estímulo de nuestro caminar fiel, en nuestro trabajo constante por el Reino. Ayúdanos a estar atentos para descubrir la voluntad de Dios en cada uno. Danos fortaleza para aceptar lo costoso, lo amargo y difícil de nuestra vida; danos constancia para cumplir hasta el fin, lo que Dios espera de nosotros. 



San Ignacio de Loyola

San Ignacio de Loyola supo transmitir a los demás su entusiasmo y amor por defender la causa de Cristo.

Un poco de historia

Nació y fue bautizado como Iñigo en 1491, en el Castillo de Loyola, España. De padres nobles, era el más chico de ocho hijos. Quedó huérfano y fue educado en la Corte de la nobleza española, donde le instruyeron en los buenos modales y en la fortaleza de espíritu.

Quiso ser militar. Sin embargo, a los 31 años en una batalla, cayó herido de ambas piernas por una bala de cañón. Fue trasladado a Loyola para su curación y soportó valientemente las operaciones y el dolor. Estuvo a punto de morir y terminó perdiendo una pierna, por lo que quedó cojo para el resto de su vida.
Durante su recuperación, quiso leer novelas de caballería, que le gustaban mucho. Pero en el castillo, los únicos dos libros que habían eran: Vida de Cristo y Vidas de los Santos. Sin mucho interés, comenzó a leer y le gustaron tanto que pasaba días enteros leyéndolos sin parar. Se encendió en deseos de imitar las hazañas de los Santos y de estar al servicio de Cristo. Pensaba: “Si esos hombres estaban hechos del mismo barro que yo, también yo puedo hacer lo que ellos hicieron”.

Una noche, Ignacio tuvo una visión que lo consoló mucho: la Madre de Dios, rodeada de luz, llevando en los brazos a su Hijo, Jesús.
Iñigo pasó por una etapa de dudas acerca de su vocación. Con el tiempo se dio cuenta que los pensamientos que procedían de Dios lo dejaban lleno de consuelo, paz y tranquilidad. En cambio, los pensamientos del mundo le daban cierto deleite, pero lo dejaban vacío. Decidió seguir el ejemplo de los santos y empezó a hacer penitencia por sus pecados para entregarse a Dios.
A los 32 años, salió de Loyola con el propósito de ir peregrinando hasta Jerusalén. Se detuvo en el Santuario de Montserrat, en España. Ahí decidió llevar vida de oración y de penitencia después de hacer una confesión general. Vivió durante casi un año retirado en una cueva de los alrededores, orando.

Tuvo un período de aridez y empezó a escribir sus primeras experiencias espirituales. Éstas le sirvieron para su famoso libro sobre “Ejercicios Espirituales”. Finalmente, salió de esta sequedad espiritual y pasó al profundo goce espiritual, siendo un gran místico.
Logró llegar a Tierra Santa a los 33 años y a su regreso a España, comenzó a estudiar. Se dio cuenta que, para ayudar a las almas, eran necesarios los estudios.

Convirtió a muchos pecadores. Fue encarcelado dos veces por predicar, pero en ambas ocasiones recuperó su libertad. Él consideraba la prisión y el sufrimiento como pruebas que Dios le mandaba para purificarse y santificarse.

A los 38 años se trasladó a Francia, donde siguió estudiando siete años más. Pedía limosna a los comerciantes españoles para poder mantener sus estudios, así como a sus amigos. Ahí animó a muchos de sus compañeros universitarios a practicar con mayor fervor la vida cristiana. En esta época, 1534, se unieron a Ignacio 6 estudiantes de teología. Motivados por lo que decía San Ignacio, hicieron con él voto de castidad, pobreza y vida apostólica, en una sencilla ceremonia.
San Ignacio mantuvo la fe de sus seguidores a través de conversaciones personales y con el cumplimiento de unas sencillas reglas de vida. Poco después, tuvo que interrumpir sus estudios por motivos de salud y regresó a España, pero sin hospedarse en el Castillo de Loyola.

Dos años más tarde, se reunió con sus compañeros que se encontraban en Venecia y se trasladaron a Roma para ofrecer sus servicios al Papa. Decidieron llamar a su asociación la Compañía de Jesús, porque estaban decididos a luchar contra el vicio y el error bajo el estandarte de Cristo. Paulo II convirtió a dos de ellos profesores de la Universidad. A Ignacio, le pidió predicar los Ejercicios Espirituales y catequizar al pueblo. Los demás compañeros trabajaban con ellos.

Ignacio de Loyola, de acuerdo con sus compañeros, resolvió formar una congregación religiosa que fue aprobada por el Papa en 1540. Añadieron a los votos de castidad y pobreza, el de la obediencia, con el que se comprometían a obedecer a un superior general, quien a su vez, estaría sujeto al Papa.

La Compañía de Jesús tuvo un papel muy importante en contrarrestar los efectos de la Reforma religiosa encabezada por el protestante Martín Lutero y con su esfuerzo y predicación, volvió a ganar muchas almas para la única y verdadera Iglesia de Cristo.
Ignacio pasó el resto de su vida en Roma, dirigiendo la congregación y dedicado a la educación de la juventud y del clero, fundando colegios y universidades de muy alta calidad académica.

Para San Ignacio, toda su felicidad consistía en trabajar por Dios y sufrir por su causa. El espíritu “militar” de Ignacio y de la Compañía de Jesús se refleja en su voto de obediencia al Papa, máximo jefe de los jesuítas.

Su libro de “Ejercicios Espirituales” se sigue utilizando en la actualidad por diferentes agrupaciones religiosas.
San Ignacio murió repentinamente, el 31 de julio de 1556. Fue beatificado el 27 de julio de 1609 por Pablo V, y canonizado en 1622 por Gregorio XV.

¿Qué nos enseña su vida?
  • A ser fuertes ante los problemas de la vida.
  • A amar a Dios sobre todas las cosas.
  • A saber transmitir a los demás el entusiasmo por seguir a Cristo.
  • A vivir la virtud de la caridad ya que él siempre se preocupaba por los demás.
  • A perseverar en nuestro amor a Dios.
  • A ser siempre fieles y obedientes al Papa, representante de Cristo en la Tierra.



  • Mt 13, 36-43

    Dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo". Él les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles. Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y éstos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!".

    Por qué te adoro ?

    Porque nos amas, tú el pobre.
    Porque nos sanas, tú herido de amor.
    Porque nos iluminas, aun oculto,
    cuando la misericordia enciende el mundo.
    Porque nos guías, siempre delante,
    siempre esperando,
    te adoro.

    Porque nos miras desde la congoja
    y nos sonríes desde la inocencia.
    Porque nos ruegas desde la angustia
    de tus hijos golpeados,
    nos abrazas en el abrazo que damos
    y en la vida que compartimos
    te adoro.

    Porque me perdonas más que yo mismo,
    porque me llamas, con grito y susurro
    y me envías, nunca solo.
    Porque confías en mí,
    tú que conoces mi debilidad
    te adoro.

    Porque me colmas
    y me inquietas.
    Porque me abres los ojos
    y en mi horizonte pones tu evangelio.
    Porque cuando entras en ella, mi vida
    es plena
    te adoro.

    (José M. R. Olaizola)

    No dejes...

     No dejes de sonreír... Porque es muy poco el tiempo que te dan para la alegría.

    No dejes de estar siempre al servicio de una buena causa... Porque es poco el tiempo que te dan para llenar la copa de la vida.

    No dejes de dar pinceladas de cielo a tus días nublados... Porque es poco el tiempo que te dan para después de la tormenta ver salir el arco iris.

    No dejes de perdonar... Porque es muy poco el tiempo que te dan para después de cicatrizar... volver a florecer.

    No dejes de amar... Porque son pocos los años que te dan para entregar el corazón... y llenar la vida.

    No dejes de tener un amigo... Porque es muy poco el tiempo que te dan para llevarlo de la mano.

    No dejes de sembrar... y de abonar... Porque es poco el tiempo que te dan para dejar tu tierra produciendo, y el cantero de Dios todo florecido.

    No dejes de rendir... porque es poco el tiempo que te dan para ver resultados... ¡y alcanzar metas!

    Para que dejes tu polen, tu señal, tu paso, tus sueños, tu rosa ¡Y a todo se le vea la luz!

    Es poco el tiempo que te dan, para tirar semillas en esta aridez... Para injertarte en el mundo aquí... aspirando al mundo de allá...

    Para tropezar en el camino con la cruz de los demás... Para poner en fruto agrio, miel de Dios... y en cáscara vacía, pulpa de fe.

    Es muy poco el tiempo para construir, hacer tus planos, ensamblar tus piezas, redondear tus proyectos... y luego, cimentar, afianzar, consolidar...

    Para medir tu rendimiento... nadar contra la corriente... y darle a la vida más de lo que recibes... Para construir el pozo... llenar el cofre... y pulir la perla.

    ¡Cuánta vida tenemos que vivir!... Cuántos papeles que desempeñar... cuántos increíbles tenemos que ver... ¡cuántos males tenemos que sufrir!

    ¡Y qué poco tiempo!

    Qué poco tiempo sentimos tener para llenar la arena de rosales... el mar de perlas... los caminos de flores... ¡Y los corazones de Dios!

    No dejes que se te vaya la magia del amor... los sueños de las realidades... y las rosas de la cruz.

    Es muy poco el tiempo para redondear la obra... Cumplir un destino... Corregir los errores... Madurar los frutos... ¡Y dejarlo todo terminado y completo!

    Es muy poco el tiempo para dar la talla...

    Realizar una misión... Ajustar las cuentas... ¡Y hacer rendir las capacidades y los dones!

    Muy poco Dios mío... para llenar de huellas el camino... de racimos la siembra... ¡Y de luz el mundo!

    Poco para un trayecto más alto...

    ¡No lo desperdicies!

    Santa María: modelo de fidelidad al camino que Dios te ha marcado. Tú vida es un sí sostenido a la Sabiduría que te penetra y te conduce. Enséñanos a recorrer el camino de la Sabiduría según el querer de Dios que es el camino de nuestra salvación y santificación. 


    San Pedro Crisólogo

    San Pedro, “Crisólogo” de sobrenombre, obispo de Ravena y doctor de la Iglesia, que, habiendo recibido el nombre del santo apóstol, desempeñó su oficio tan perfectamente que consiguió capturar a multitudes en la red de su celestial doctrina, saciándolas con la dulzura de su palabra. Su tránsito tuvo lugar el día treinta y uno de este mes en Imola, en la región de la Emilia Romagna (c. 450).

    San Pedro, quien fue uno de los oradores más famosos de la Iglesia Católica, nació en Imola, Italia y fue formado por el Obispo de esa ciudad Cornelio, por el cual conservó siempre una gran veneración. El Obispo Cornelio convenció a San Pedro de que en el dominio de las propias pasiones y en el rechazar los malos deseos reside la verdadera grandeza, y que este es un medio seguro para conseguir las bendiciones de Dios.

    San Pedro gozó de la amistad del emperador Valentiniano y de la madre de éste, Plácida, y por recomendación de los dos, fue nombrado Arzobispo de Ravena. También gozó de la amistad del Papa San León Magno.

    Cuando empezó a ser arzobispo de Ravena, había en esta ciudad un gran número de paganos. Y trabajó con tanto entusiasmo por convertirlos, que cuando él murió ya eran poquísimos los paganos o no creyentes en este lugar.

    A la gente le agradaba mucho sus sermones, y por eso le pusieron el sobrenombre de crisólogo, que quiere decir, el que habla muy bien. Su modo de hablar era conciso, sencillo y práctico. La gente se admiraba de que en predicaciones bastante breves, era capaz de resumir las verdades más importantes de la fe. Se conservan de él, 176 sermones, muy bien preparados y cuidadosamente redactados. Por su gran sabiduría al predicar y escribir, fue nombrado Doctor de la Iglesia, por el Papa Benedicto XIII.

    Recomendaba mucho la comunión frecuente y exhortaba a sus oyentes a convertir la Sagrada Eucaristía en su alimento de todas las semanas.


    Mt 13, 31-35

    Jesús propuso a la gente esta parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, ésta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas". Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa". Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin ellas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: "Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo".
    No son los golpes ni las caídas las que hacen fracasar al hombre; sino su falta de voluntad para levantarse y seguir adelante; y mucho más difícil sin tener el amor de Dios en su corazón

    Amor es ...

    Amar la gracia delicada
    del cisne azul y de la rosa rosa;
    amar la luz del alba
    y la de las estrellas que se abren
    y la de las sonrisas que se alargan....
    Amar la plenitud del árbol,
    amar la música del agua
    y la dulzura de la fruta
    y la dulzura de las almas
    dulces..., amar lo amable, no es amor:
    Amor es ponerse de almohada
    para el cansancio de cada día;
    es ponerse de sol vivo en el ansia
    de la semilla ciega que perdió
    el rumbo de la luz, aprisionada
    por su tierra, vencida por su misma
    tierra... Amor es desenredar marañas
    de caminos en la tiniebla:
    ¡Amor es ser camino y ser escala!
    Amor es este amar lo que nos duele,
    lo que nos sangra
    por dentro.
    Es entrarse en la entraña
    de la noche y adivinarle
    la estrella en germen... ¡La esperanza
    de la estrella!... Amor es amar
    desde la raíz negra.
    Amor es perdonar; y lo que es más que perdonar, es comprender...
    Amor es apretarse a la cruz, y clavarse
    a la cruz,
    y morir y resucitar

    ¡Amor es resucitar!


    (Dulce María Loynaz)

    El poder de las palabras

    Cuenta la historia que en cierta ocasión, un sabio maestro se dirigía a su atento auditorio dando valiosas lecciones sobre el poder de lo que decimos, y el influjo que ella ejerce en nuestra vida y la de los demás.

    "Lo que usted dice no tiene ningún valor" -lo interpeló un señor que se encontraba en el auditorio. El maestro le escuchó con mucha atención y tan pronto terminó la frase, le gritó con fuerza:

    "Cállate, estúpido!! y siéntate, idiota"!!.

    Ante el asombro de la gente, el aludido se llenó de furia, soltó varias impresiones y, cuando estaba fuera de sí, el maestro alzó la voz y le dijo: "Perdone caballero, le he ofendido y le pido perdón; acepte mis sinceras excusas y sepa que respeto su opinión, aunque estemos en desacuerdo".

    El señor se calmó y le dijo al maestro: "Le entiendo, y también pido disculpas y acepto que la diferencia de opiniones no debe servir para pelear, sino para mirar otras opciones".

    El maestro le sonrió y le dijo: "Perdone usted que haya sido de esta manera, pero así hemos visto todos del modo más claro, el gran poder de las palabras: Con unas pocas palabras le exalté, y con otras pocas le calmé".

    Las palabras no se las lleva el viento, las palabras dejan huella, tienen poder e influyen positiva o negativamente. . .

    Las palabras curan o hieren a una persona. Por eso mismo, los griegos decían que la palabra era divina y los filósofos elogiaban el silencio. Piensa en esto y cuida tus pensamientos, porque ellos se convierten en palabras, y cuida tus palabras, porque ellas marcan tu destino.

    Santa Marta de Betania

    Marta es hermana de María y de Lázaro y vivía en Betania, pequeña población distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos.

    Jesús Nuestro Señor vivía en Galilea pero cuando visitaba Jerusalén acostumbraba hospedarse en la casa de estos tres discípulos en Betania, que, tal vez, habían cambiado también su morada de Galilea por la de Judea. Marta se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano.

    San Juan nos dice que "Jesús amaba a Marta y a su hermana María y Lázaro" (Jn 11:5).

    Lucas añade: "Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» -Lucas 10:38-40

    No podemos estar seguros de la motivación de Marta al hacer su petición al Señor pero todo parece indicar que se quejaba contra su hermana. Nuestro Señor aprecia el servicio de Marta, pero al mismo tiempo sabía que era imperfecto. Muchas veces nuestro servicio, aunque sea con buena intención, esta mezclado con el afán de sobresalir, la compulsión por ser protagonistas, la competencia para sentirnos que somos los mejores. Es entonces que salen las comparaciones. ¿Por que la otra no hace nada y soy la que trabajo?

    El Señor corrige a Marta, penetra en su corazón afanado y dividido y establece prioridades:

    «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.» -Lucas 10: 41-42

    Esa única cosa de la que hay necesidad es de poner todo el corazón en amar a Dios, atender a Jesús que nos habla, que quiere levantarnos de nuestra miseria.

    Toda vida activa debe surgir de la contemplación. La vida activa sin contemplación lleva al alma a dispersarse perder de vista el fin. La vida contemplativa se concentra en Dios y se une a El por la adoración y el amor. La vida contemplativa es una especie de noviciado del cielo, pues la contemplación es la ocupación de los bienaventurados del paraíso. Por ello, Cristo alabó la elección de María y afirmó: "sólo una cosa es necesaria". Eso significa que la salvación eterna debe ser nuestra única preocupación.

    Si contemplamos como van las cosas en cualquier Iglesias podremos ver muchas actividades, programas, ideas... Es relativamente fácil hacer cosas por Jesús, pero cuanto nos cuesta estar en silencio ante su Presencia. En seguida pensamos en cosas que hacer. No comprendemos que lo primero y mas importante es atenderlo a El directamente por medio de la oración.

    Jesús encontró más digna de alabanza la actitud contemplativa de María. Cuanto quisiera El Señor que todos, como María, nos sentáramos ante el para escucharle. Ella se consagraba a la única cosa realmente importante, que es la atención del alma en Dios. También el Padre nos pide que, ante todo, escuchemos a Su Hijo (Mt 17-5).

    Entonces, ¿no es necesario trabajar? Claro que sí lo es. Pero para que el trabajo de fruto debe hacerse después de haber orado. El servicio de Marta es necesario, pero debe estar subordinado al tiempo del Señor. Hay que saber el momento de dejar las cosas, por importantes que parezcan, y sentarse a escuchar al Señor. Esto requiere aceptar que somos criaturas limitadas. No podemos hacerlo todo. No podemos siquiera hacer nada bien sin el Señor

    San Agustín escribe: "Marta, tú no has escogido el mal; pero María ha escogido mejor que tú". San Basilio y San Gregorio Magno consideran a la hermana María modelo evangélico de las almas contemplativas y su santidad no está en duda, sin embargo, es curioso que, de los tres hermanos, solo Marta aparece en el santoral universal.

    La resurrección de Lázaro

    El capítulo 11 de San Juan narra el gran milagro de la resurrección de Lázaro. En aquella ocasión vuelve a hablarse de Marta. Lázaro se agravó de muerte mientras Jesús estaba lejos. Las dos hermanas le enviaron un empleado con este sencillo mensaje: "Señor aquel que tú amas, está enfermo". En un mensaje de confianza en que Jesús va actuar a su favor.

    Pero Jesús, que estaba al otro lado del Jordán, continuó su trabajo sin moverse de donde estaba. A los apóstoles les dice: "Esta enfermedad será para gloria de Dios". Y luego les añade: "Lázaro nuestro amigo ha muerto. Y me alegro de que esto haya sucedido sin que yo hubiera estado allí, porque ahora vais a creer".

    A los cuatro días de muerto Lázaro, dispuso Jesús dirigirse hacia Betania, la casa estaba llena de amigos y conocidos que habían llegado a dar el pésame a las dos hermanas. Tan pronto Marta supo que Jesús venía, salió a su encuentro y le dijo: "Oh Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; pero aún ahora yo sé que cuánto pidas a Dios te lo concederá"

    Jesús le dice: "Tu hermano resucitará".

    Marta le contesta: "Ya sé que resucitará el último día en la resurrección de los muertos".

    Jesús añadió: "Yo soy la resurrección y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá. ¿Crees esto?"

    Marta respondió: "Sí Señor, yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo."

    Jesús dijo: "¿Dónde lo han colocado?". Y viendo llorar a Marta y a sus acompañantes, Jesús también empezó a llorar. Y las gentes comentaban: "Mirad cómo lo amaba".

    Y fue al sepulcro que era una cueva con una piedra en la entrada. Dijo Jesús: "Quiten la piedra". Le responde Marta: "Señor ya huele mal porque hace cuatro días que está enterrado". Le dice Jesús: "¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?". Quitaron la piedra y Jesús dijo en voz alta: "Lázaro ven afuera". Y el muerto salió, llevando el sudario y las vendas de sus manos.

    El Banquete

    Marta aparece también en un banquete en el que participa también Lázaro, poco después de su resurrección: también esta vez aparece Marta como la mujer ocupada en el servicio, pero puede ser que para entonces ya lo sabía someter al Señor con mas amor, sin quejarse ni compararse.

    De los años siguientes de la santa no tenemos ningún dato históricamente seguro, aunque según la leyenda de la Provenza, Marta fue con su hermana a Francia y evangelizó Tarascón donde según cuenta la leyenda Santa Marta derroto a la Tarasca, un dragón que amenazaba a la ciudad. Ahí se dice que encontraron, en 1187, sus pretendidas reliquias, que todavía se veneran en su santuario.

    Los primeros en dedicar una celebración litúrgica a santa Marta fueron los franciscanos en 1262, el 29 de julio, es decir, ocho días después de la fiesta de santa María Magdalena, identificada por algunos como su hermana María.

    S. Marta es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien. 


    María de la oración,
    Virgen contemplativa y amorosa.
    En el gozo de tu Dios, intercede por nosotros.
    Háblale de nuestra vida, de nuestros hermanos, de nuestra esperanza.
    Dile que somos débiles pero que a El le pedimos nuestra fuerza.
    Enséñanos a orar y a escucharle atentamente.
    María, Virgen orante, ruega por nosotros.



    Jn 6, 1-15

    Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía sanando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?". Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan". Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: "Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?". Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada". Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Éste es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo". Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.
    Toda mi adoración y mi alabanza para Ti misericordioso Jesús. Me rindo a tus pies!

    Necesito la humildad
    que me permita crecer,
    sin otra posibilidad
    que aceptar mi ayer...

    Preciso una espiritualidad
    que me ayude a ser
    y a asumir mi imposibilidad y mi verdad,
    para, a Dios, conocer...

    ¡Actitud de sincera humildad
    y de pobreza espiritual,
    buscar al verdadero Dios
    y no "jugar" a santidad!...

    "Fracasar"... caer... intentar
    y encontrar a Jesús... llegar.
    Orar... gemir... llorar...
    Humillarme ante los demás
    ¡y hallarme!... allí donde "no pude más"...


    (P. José Luis Carvajal)

    Madre de Dios y Madre nuestra: Tú conoces y amas a Cristo de modo privilegiado porque eres su Madre.

    Condúcenos siempre al conocimiento, al amor y a la imitación de tu Hijo para que seamos luz de la Luz que se irradia sobre el mundo.

    SAN VÍCTOR I

    XIV Papa de la Iglesia y Mártir
    Martirologio Romano: En Roma, san Víctor I, papa, africano de nacimiento, que fijó para todas las Iglesias la celebración de la fiesta de Pascua en el domingo que sigue inmediatamente a la Pascua judía (c. 200).


    San Víctor, originario de Africa, sucedió en el pontificado a San Eleuterio hacia el año 189. Afrontó eficazmente las grandes dificultades de su época. Por ejemplo, ciertos cristianos del Asia que vivían en Roma, insistían en celebrar la Pascua según su propia tradición, aunque no fuese en domingo. Como ciertos obispos de Asia los apoyasen, San Víctor los amenazó con la excomunión. Otra de las dificultades que tuvo que enfrentar, fue la enseñanza de Teódoto, quien sostenía que Jesucristo era simplemente un hombre dotado de poderes sobrenaturales.

    San Víctor murió antes de que comenzase la persecución de Septimio Severo, pero las persecuciones que debió sufrir por su enérgico celo para defender la fe, le merecen el título de mártir. Según San Jerónimo, este santo fue el primero en celebrar los sagrados misterios en latín.


    Dios todopoderoso y eterno, luz esplendente y día sin ocaso, al volver a comenzar un nuevo día te pedimos que nos visites con el esplendor de tu luz y disipes así las tinieblas de nuestros pecados.

    Mt 13, 24-30

    Jesús propuso a la gente esta parábola: El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: "Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?". Él les respondió: "Esto lo ha hecho algún enemigo". Los peones replicaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?". "No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero".
    Nos damos cuenta de que Dios está en nuestra vida, cuando vamos cambiando el corazón.

    Escuchar a Jesús, puede ser doloroso, pero si perseveramos en una escucha paciente y sincera , nuestra vida se ve cambiada. Todo se nos transforma para bien.

    El gran sabio

    En cierta ocasión le preguntaron a Ramesh uno de los grandes sabios de la India, lo siguiente: "¿Por qué existen personas que salen fácilmente de los problemas más complicados, mientras que otro sufren por problemas muy pequeños y se ahogan en un vaso de agua?"

    El simplemente sonrió y contó una historia . . .

    Era un sujeto que vivió amorosamente toda su vida. Cuando murió, todo el mundo decía que él iría al cielo, pues un hombre tan bondadoso solamente podría ir al Paraíso.

    En aquella época el cielo todavía no había pasado por un programa de calidad total. La recepción no funcionaba muy bien, y quien lo atendió dio una ojeada rápida a las fichas de entrada, pero como no vio su nombre en la lista, le orientó para que pudiera llegar al infierno. Y como en el infierno nadie pedía identificación, ni invitación (cualquiera que llegara era invitado a entrar), el sujeto entró y se quedó.

    Algunos días después Lucifer llegó furioso a las puertas del Paraíso y le dijo a San Pedro:

    "¡Eso que me estás haciendo es puro terrorismo! Mandaste aquel sujeto al infierno y el me está desmoralizando. Llegó escuchando a las personas, mirándolas a los ojos, conversando con ellas, abrasándose, besándose. El infierno no es lugar para eso, por favor trae a ese sujeto para acá.

    Cuando Ramesh terminó de contar esta historia dijo:

    "Vive con tanto amor en el corazón que, si por error vas a parar al infierno, el propio demonio te traiga de vuelta al Paraíso"

    Madre, tú conoces nuestro corazón, nuestra limitación.
    Al vernos arrastrados por el egoísmo y la soberbia, te pedimos la actitud que tú tuviste para escuchar el mensaje de Dios.
    Que no perdamos este valor que enriquece nuestras vidas y nos acerca a Ti y a Tu Hijo, Cristo, nuestro hermano. 

    Amén.

    SAN PANTALEÓN

    SAN PANTALEÓN (¿?-305) nació en Nicomedia, hoy llamada Ízmit, en la actual Turquía. En aquel tiempo Nicomedia era capital del reino de Bitinia, y una de las principales ciudades del Imperio Romano en Oriente.

    Hijo de una mujer muy devota y de un padre pagano, San Pantaleón fue bendecido con el don de la curación, y con el tiempo aprendió y ejerció la profesión médica.

    Un sacerdote de nombre Hermolao lo bautizó. Y cuenta la leyenda que al ir acompañando a su padre, San Pantaleón, por gracia de Cristo, le devolvió la vista a un ciego. Esto hizo que su progenitor se convirtiera también al cristianismo.

    Su reputación como médico se extendió tanto que llegó a oídos del emperador Maximiano, quien lo nombró su médico de cabecera. No obstante su impecable desempeño, San Pantaleón fue denunciado como cristiano, y siguió la suerte de tantos mártires de los inicios del cristianismo.

    De este modo, San Pantaleón fue aprehendido y sometido a tormentos. La misma tradición refiere que ni flagelos, ni fuego, ni hambre fueron capaces de quebrar su perseverancia en la fe. Se dice que le clavaron ambas manos a su propia frente con un largo cincel para aplicarle los suplicios.

    Cuando finalmente sus verdugos decidieron desollarlo, la espada se habría partido en dos; se dice que en vez de sangre, de la herida manó leche.

    El culto a San Pantaleón se extendió muy pronto en Europa durante la Edad Media, ya desde el siglo IV. Son numerosas las ciudades bajo su patronazgo. San Pantaleón es también el santo patrono de los obstetras y de las nodrizas.

    SAN PANTALEÓN nos enseña que la tranquilidad de espíritu que proporciona la fe nos fortalece ante las peores adversidades.

    Te pedimos, Señor, tu gracia abundante, para que nos ayude a seguir el camino de tus mandatos, y así gocemos de tu consuelo en esta vida y alcancemos la felicidad eterna.

    Mt 13, 18-23

    Jesús dijo a sus discípulos: Escuchen lo que significa la parábola del sembrador. Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: éste es el que recibió la semilla al borde del camino. El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría, pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe. El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto. Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Éste produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno.
    Busca a Dios en cada instante. Descúbrelo en cada momento que vivas y reconócelo en cada cosa a tu alrededor. Todo, absolutamente todo, fue Creado por Él!

    Siete regalos

    Hace un par de sábados me encontré una tarjetita sobre una mesa ubicada en una esquina en un sitio público. Las únicas letras mayúsculas que había impresas (las que dan título a esta entrada) me llamaron la atención.

    Merece la pena compartir el contenido de la tarjeta con vosotros.

    1.- El regalo de escuchar. Sin interrumpir. Prestar atención a lo que te dicen y cómo se siente el que te habla.

    2.- El regalo del cariño. Ser generoso en acciones que demuestran el cariño por tu familia y amigos: besos, abrazos, palmadas en la espalda y apretones de manos.

    3.- El regalo de la sonrisa. Llena tu vida de sonrisas.

    4.- El regalo de las notas escritas. Esto puede ser desde un simple papelito ("gracias por ayudarme") a una oportuna postal.

    5.- El regalo de un cumplido. Un simple y sincero "qué bien te queda el rojo", "has hecho un gran trabajo" o "fue una estupenda comida" puede hacer especial el día a alguien.

    6.- El regalo del favor. Todos los días procura hacer un favor a alguien. Amasarás un tesoro.

    7.- El regalo de la gratitud. La forma más fácil de hacer sentir a la gente es decirle "Muchas gracias". A veces es de justicia; otras, simple cuestión de magnanidad.

    Fuente: dadlogratis.blogspot.com

    Las apariencias

    Bienaventurados los que tienen arrugada la camisa por abrazar a un hermano.

    Bienaventurados los que no temen ensuciarse por saludar a otro con las manos sucias.

    Bienaventurados aquellos a quienes no les importa embarrar sus zapatos por acompañar a alguien en su camino.

    Bienaventurados los que no sefijan en las marcas que quedan en su semblante, por llorar con el prójimo su dolor.

    Bienaventurados aquellos que hacen oidos sordos de las críticas por la apariencia exterior, mientras su corazón reluce.


    Señor, no permitas que ande por la vida tan "planchado" y pulcro si ello significa que esté menos cerca de quien me necesita.

    Amén

    Madre mía, bella María!
    que en tus brazos acunarías,
    al Sol que iluminaría nuestras pobres vidas.
    Oh, María! cuyos ojos mirarían
    con dulzura infinita al Niño que padecería
    y nos redimiría en la Cruz un día.
    Haz que seamos mansos y humildes de corazón
    como lo fue siempre Nuestro Señor.
    Amén.


    Santos Joaquín y Ana

    Una antigua tradición, datada ya en el siglo II, atribuye los nombres de Joaquín y Ana a los padres de la Virgen María. El culto aparece para Santa Ana ya en el siglo VI y para San Joaquín un poco más tarde. La devoción a los abuelos de Jesús es una prolongación natural al cariño y veneración que los cristianos demostraron siempre a la Madre de Dios.
    La antífona de la misa de hoy dice: "Alabemos a Joaquin y Ana por su hija; en ella les dio el Señor la bendición de todos los pueblos".

    La madre de nuestra Señora, la Virgen Maria, nació en Belén. El culto de sus padres le está muy unido. El nombre Ana significa "gracia, amor, plegaria". La Sagrada Escritura nada nos dice de la santa. Todo lo que sabemos es legendario y se encuentra en el evangelio apócrifo de Santiago, según el cual a los veinticuatro años de edad se casó con un propietario rural llamado Joaquín, galileo, de la ciudad de Nazaret. Su nombre significa "el hombre a quien Dios levanta", y, según san Epifanio, "preparación del Señor". Descendía de la familia real de David.

    Moraban en Nazaret y, según la tradición, dividían sus rentas anuales, una de cuyas partes dedicaban a los gastos de la familia, otra al templo y la tercera a los más necesitados.

    Llevaban ya veinte años de matrimonio y el hijo tan ansiado no llegaba. Los hebreos consideraban la esterilidad como algo oprobioso y un castigo del cielo. Se los menospreciaba y en la calle se les negaba el saludo. En el templo, Joaquin oía murmurar sobre ellos, como indignos de entrar en la casa de Dios.

    Joaquín, muy dolorido, se retira al desierto, para obtener con penitencias y oraciones la ansiada paternidad Ana intensificó sus ruegos, implorando como otras veces la gracia de un hijo. Recordó a la otra Ana de las Escrituras, cuya historia se refiere en el libro de los Reyes: habiendo orado tanto al Señor, fue escuchada, y asi llegó su hijo Samuel, quien más tarde seria un gran profeta.

    Y así también Joaquín y Ana vieron premiada su constante oración con el advenimiento de una hija singular, Maria. Esta niña, que había sido concebida sin pecado original, estaba destinada a ser la madre de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado.

    Desde los primeros tiempos de la Iglesia ambos fueron honrados en Oriente; después se les rindió culto en toda la cristiandad, donde se levantaron templos bajo su advocación. 


    Mt. 13,10-17

    Los discípulos se acercaron y le dijeron: "¿Por qué les hablas por medio de parábolas?".
    El les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.
    Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
    Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden.
    Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán,
    Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure.
    Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen.
    Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron

    El corazón como papel arrugado

    Mi carácter impulsivo, me hacía reventar en cólera a la menor provocación.

    La mayor parte de las veces, después de uno de estos incidentes, me sentía avergonzado y me esforzaba por consolar a quien había dañado.

    Un día mi consejero, quien me vio dando excusas después de una explosión de ira, me entregó un papel liso.

    Y entonces me dijo: Estrujalo, Asombrado, obedecí e hice una bola con él papel.

    Luego me dijo: Ahora dejalo como estaba antes. Por supuesto que no pude dejarlo como estaba.
    Por más que traté, el papel quedó lleno de arrugas.

    Entonces mi consejero hablo: “El corazón de las personas es como ese papel.

    La impresión que dejas en ese corazón que lastimaste, será tan difícil de borrar como esas arrugas en el papel.

    “Aunque intentemos enmendar el error, ya estará “marcado”.

    Por impulso no nos controlamos y sin pensar arrojamos palabras llenas de odio y rencor, y luego, cuando pensamos en ello, nos arrepentimos.
    Pero no podemos dar marcha atrás, no podemos borrar lo que quedó grabado. Y lo mas triste es que dejamos “arrugas” en muchos corazones.

    Desde hoy, se más compresivo y más paciente, pero en especial aprende a dejar el orgullo a un lado y haz como haria un valiente, Pide perdón y reconoce tu error.

    Cuando sientas ganas de estallar recuerda “El papel arrugado”.

    Santa María: Tú eres la Madre del Salvador y por eso, modelo de fidelidad, de fortaleza, de valentía, de entrega... Enséñanos como abrir nuestros corazones al Salvado y a la gracia que nos ofrece para caminar con paso decidido y valiente por el camino de la santidad, que es el camino de la salvación.


    Santiago el Mayor

    SANTIAGO EL MAYOR (¿?-44) nació en Betsaida, Galilea; fue hijo del pescador Zebedeo y de María Salomé, y hermano mayor del Apóstol San Juan. Jesús les dio a ambos hermanos el apelativo de “Boanerges”, o sea “Hijos del Trueno”

    A Santiago el Mayor se le nombra así para distinguirlo del otro Santiago Apóstol, el Menor, hijo de Albeo. Santiago es en realidad San Yago. Yago es la traducción latina de Jacob, o Iacob.

    Santiago el Mayor era uno de los discípulos más cercanos a Nuestro Señor Jesucristo: fue de los primeros en acudir a Su llamado, y fue testigo de Sus principales milagros, como cuando restituyó la vida de la hija de un hombre llamado Jairo.

    Asimismo fue testigo de la Transfiguración de Jesús en el Monte Tabor y de la vigilia de la Pasión en el huerto de Getsemaní.

    La tradición cuenta que cuando el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles, y éstos asumieron su misión de predicadores, Santiago el Mayor habría partido de Jerusalén rumbo al occidente, atravesando todo el Mediterráneo y rodeando la Península Ibérica hasta llegar a Galicia.

    En la Hispania romana, Santiago habría iniciado una fecunda labor evangelizadora, contando con el apoyo de sus propios discípulos, los llamados Siete Varones Apostólicos (Cecilio, Eufrasio, Hesiquio, Indalecio, Segundo, Tesifonte y Torcuato).

    De Tarraco, la actual Tarragona, a la actual La Coruña, a lo largo del río Ebro y de la cordillera Cantábrica, en el norte de la actual España, Santiago habría recorrido el país, sembrando las primeras semillas de cristianismo.

    Los Siete Varones habrían estado presentes en Caesarea Augusta, la actual Zaragoza, cuando la aparición de la Virgen María a Santiago en un pilar, para urgirlo a regresar a Jerusalén, pues la muerte de ella era inminente. Y así habría vuelto Santiago a Tierra Santa hacia 43 o 44.

    De lo que se tiene certeza es de que en Jerusalén fue hecho prisionero por órdenes de Herodes Agripa; y luego de ser sometido a crueles torturas, Santiago el Mayor murió en Jerusalén por decapitación. Fue el primero de los Apóstoles en ser martirizado.

    La tradición concluye con las reliquias de Santiago el Mayor siendo trasladadas milagrosamente de vuelta a Galicia, donde habrían permanecido escondidas hasta que en el siglo séptimo las encontrara un obispo llamado Teodomiro. Y justo encima de ese sitio se habría edificado la imponente catedral de Compostela.

    Durante la Edad Media (y hasta nuestros días), con la mitad de la Península ocupada por los árabes musulmanes, la peregrinación a pie a Compostela, siguiendo la ruta conocida como “El camino de Santiago”, fue un ritual obligado por lo menos una vez en la vida para decenas de miles de cristianos anualmente en toda Europa.

    Santiago el Mayor es el santo patrono de España. Se le representa vestido como soldado, montado en un caballo blanco, enarbolando un estandarte con la Cruz en rojo sobre blanco; a veces se le relaciona también con conchas marinas, que son atributo suyo.

    SANTIAGO EL MAYOR nos enseña la importancia de identificarnos a través de los mismos símbolos.

    Mt 20, 20-28

    La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo. "¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda". "No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron. "Está bien", les dijo Jesús, "ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre". Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".

    El Jesús de la Madre Teresa de Calcuta

    ¿Quién es Jesús?
     
    " Para mí, Jesús es
    El Verbo hecho carne.
    El Pan de la vida.
    La víctima sacrificada en la cruz por nuestros pecados.
    El Sacrificio ofrecido en la Santa Misa por los pecados del mundo y por los míos propios.
    La Palabra, para ser dicha.
    La Verdad, para ser proclamada.
    El Camino, para ser recorrido.
    La luz, para ser encendida.
    La Vida, para ser vivida.
    El Amor, para ser amado.
    La Alegría, para ser compartida.
    El sacrificio, para ser dado a otros.
    El Pan de Vida, para que sea mi sustento.
    El Hambriento, para ser alimentado.
    El Sediento, para ser saciado.
    El Desnudo, para ser vestido.
    El Desamparado, para ser recogido.
    El Enfermo, para ser curado.
    El Solitario, para ser amado.
    El Indeseado, para ser querido.
    El Leproso, para lavar sus heridas.
    El Mendigo, para darle una sonrisa.
    El Alcoholizado, para escucharlo.
    El Deficiente Mental, para protegerlo.
    El Pequeñín, para abrazarlo.
    El Ciego, para guiarlo.
    El Mudo, para hablar por él.
    El Tullido, para caminar con él.
    El Drogadicto, para ser comprendido en amistad.
    La Prostituta, para alejarla del peligro y ser su amiga.
    El Preso, para ser visitado.
    El Anciano, para ser atendido.
    Para mí, Jesús es mi Dios.
    Jesús es mi Esposo.
    Jesús es mi Vida.
    Jesús es mi único amor.
    Jesús es mi Todo. »

    MAESTRÍA en el VIVIR

    Dichoso el que se acepta a sí mismo y acepta a los demás, sin beber las aguas de la envidia. 
          
    Dichoso el que trabaja con lo bueno que hay en todos los seres, sin amargarse la vida por los errores propios o ajenos.
          
    Dichoso el que evita compararse con los demás, y sabe equilibrar la suavidad con la firmeza.
          
    Dichoso el que es enemigo del chisme y amigo de la verdad, el que es tolerante y comprensivo.
          
    Dichoso el que no viaja al ayer con rencor ni al futuro con angustia, sino que vive el hoy con entusiasmo.
          
    Dichoso el que tiene a Dios como amigo y a todos como hermanos, amando igualmente a la naturaleza y a toda forma de vida.
          
    Dichoso el que dedica tiempo a los seres amados y pone su hogar antes que el trabajo y las riquezas.
          
    Dichoso el que actúa con ética y sabe elegir lo mejor sin lastimarse ni lastimar.
          
    ¡Quienes conocen esos goces son maestros en el Arte de Vivir!

    Madre del Redentor: Tú, la humilde esclava del Señor, fuiste privilegiada y excepcionalmente redimida. Tú eres nuestra Madre porque eres la Madre del Redentor y nosotros somos los redimidos.

    No te canses de mostrarnos a Jesús. Enséñanos a ser humildes para recibir la gracia de la Redención. ¡Eres nuestra Madre!



    San Francisco Solano

    Andaluz, nacido en 1549 en un hogar de hidalgos de Montilla, España, Francisco Solano es una figura tan grande en la historia de la civilización americana como lo es la de los capitanes más famosos de la conquista y colonización.

    Poco antes de cumplir veinte años ingresa en la Orden Franciscana, y a los cuarenta, en 1589, parte para América.

    Desde Lima fue enviado a la provincia de Tucumán, en donde permaneció más de diez años evangelizando a los indios.

    Recorrió gran parte del actual territorio argentino y se hizo muy popular entre los naturales, pues junto con el crucifico llevaba siempre un violín con el cual lograba atraer su respeto.

    Alrededor del 1600 vuelve al Perú y el 24 de julio de 1610, en la Ciudad de los Reyes entrega su alma a Dios.

    Benedicto XIII lo proclamó santo en 1726.


    Mt 12, 46-50

    Jesús estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte". Jesús le respondió: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?". Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: "Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre".

    ¿Qué dices cuando callas?

    Cuando callo lo que digo es “que te quiero”, que mi amor te ama en silencio, como en silencio muere el grano para darse por entero.
    Cuando callo lo que digo es “dame tiempo” el tiempo necesario para poner sobre tu rostro un beso nuevo.
    Cuando callo lo que digo es “que te espero”, que siempre te he esperado aunque tú, no siempre aquí hayas vuelto.
    Cuando callo lo que digo es “ te respeto”, pues siendo el que todo lo hizo, y aún más puedo, para hacerlo ahora en ti, necesito tu “sí, quiero”.
    Cuando callo lo que digo es “de ti estoy sediento”, de regalarte esa verdad que dé tu alumbramiento.
    Cuando callo lo que digo es ¡escuchemos!, el soplo del Espíritu ya va a levantar vuelo... ¡Quiero llenarte de vida!, Y sabes que no miento.

    Jesús, afíname el oído para escuchar lo que tu amor por mí está haciendo, de modo que no tenga que pedirte que me hables cuando tanto me dice tu silencio.


    Porqué gritas cuando estas enojado

    Un día un sabio preguntó a sus discípulos lo siguiente: - ¿Por qué la gente se grita cuando están enojados?

    Un día un sabio preguntó a sus discípulos lo siguiente:
    - ¿Por qué la gente se grita cuando están enojados?
    Los hombres pensaron unos momentos:
    - Porque perdemos la calma - dijo uno - por eso gritamos

    - Pero ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado? - preguntó una vez más ¿No es posible hablarle en voz baja? ¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado?
    Los hombres dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ellas satisfacía al maestro.

    Finalmente él explicó: - Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia.

    Luego preguntó: - ¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente, por qué? Sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña.

    Continuó: - Cuando se enamoran más aún, qué sucede? No hablan, sólo susurran y se vuelven aún más cerca en su amor. Finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así es cuan cerca están dos personas cuando se aman.

    Luego el sabio concluyó: Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, llegará un día en que la distancia sea tanta que no encontrarán más el camino de regreso.

    Madre del Amor y la Misericordia: alcánzanos la gracias de renovarnos en el fervor de la entrega al Señor dejándonos penetrar de su amor misericordioso y ser sus testigos ante el mundo.


    Santa Brígida de Suecia

    SANTA BRIGIDA era hija de Birgerio, gobernador de Uplandia, la principal provincia de Suecia. La madre de Brígida, Ingerborg; era hija del gobernador de Gotlandia oriental. Ingerborg murió hacia 1315 y dejó varios hijos. Brígida, que tenía entonces doce años aproximadamente, fue educada por una tía suya en Aspenas. A los tres años, hablaba con perfecta claridad, como si fuese una persona mayor, y su bondad y devoción fueron tan precoces como su lenguaje. Sin embargo, la santa confesaba que de joven había sido inclinada al orgullo y la presunción.

    La Pasión: centro de su vida
    A los siete años tuvo una visión de la Reina de los cielos. A los diez, a raíz de un sermón sobre la Pasión de Cristo que la impresionó mucho, soñó que veía al Señor clavado en la cruz y oyó estas palabras: "Mira en qué estado estoy, hija mía." "¿Quién os ha hecho eso, Señor?", preguntó la niña. Y Cristo respondió: "Los que me desprecian y se burlan de mi amor." Esa visión dejó una huella imborrable en Brígida y, desde entonces, la Pasión del Señor se convirtió en el centro de su vida espiritual.

    Matrimonio
    Antes de cumplir catorce años, la joven contrajo matrimonio con Ulf Gudmarsson, quien era cuatro años mayor que ella. Dios les concedió veintiocho años de felicidad matrimonial. Tuvieron cuatro hijos y cuatro hijas, una de las cuales es venerada con el nombre de Santa Catalina de Suecia. Durante algunos años, Brígida llevó la vida de la época, como una señora feudal, en las posesiones de su esposo en Ulfassa, con la diferencia de que cultivaba la amistad de los hombres sabios y virtuosos.

    En la Corte
    Hacia el año 1335, la santa fue llamada a la corte del joven rey Magno II para ser la principal dama de honor de la reina Blanca de Namur. Pronto comprendió Brígida que sus responsabilidades en la corte no se limitaban al estricto cumplimiento de su oficio. Magno era un hombre débil que se dejaba fácilmente arrastrar al vicio; Blanca tenía buena voluntad, pero era irreflexiva y amante del lujo. La santa hizo cuanto pudo por cultivar las cualidades de la reina y por rodear a ambos soberanos de buenas influencias. Pero, aunque Santa Brígida se ganó el cariño de los reyes, no consiguió mejorar su conducta, pues no la tomaban en serio.

    Las Visiones
    La santa empezó tener por entonces las visiones que habían de hacerla famosa. Estas versaban sobre las más diversas materias, desde la necesidad de lavarse, hasta los términos del tratado de paz entre Francia e Inglaterra. "Si el rey de Inglaterra no firma la paz -decía-- no tendrá éxito en ninguna de sus empresas y acabará por salir del reino y dejar a sus hijos en la tribulación y la angustia." Pero tales visiones no impresionaban a los cortesanos suecos, quienes solían preguntar con ironía: "¿Qué soñó Doña Brígida anoche?"

    Problemas familiares y peregrinaciones
    Por otra parte, la santa tenía dificultades con su propia familia. Su hija mayor se había casado con un noble muy revoltoso, a quien Brígida llamaba "el Bandolero" y, hacia 1340, murió Gudmaro, su hijo menor. Por esa pérdida la santa hizo una peregrinación al santuario de San Olaf de Noruega, en Trondhjem. A su regreso, fortalecida por las oraciones, intentó con más ahinco que nunca volver al buen camino a sus soberanos. Como no lo lograse, les pidió permiso de ausentarse de la corte e hizo una peregrinación a Compostela con su esposo. A la vuelta del viaje, Ulf cayó gravemente enfermo en Arras y recibió los últimos sacramentos ya que la muerte parecía inminente. Pero Santa Brígida, que oraba fervorosamente por el restablecimiento de su esposo, tuvo un sueño en el que San Dionisio le reveló que no moriría. A raíz de la curación de Ulf, ambos esposos prometieron consagrarse a Dios en la vida religiosa.

    Viuda, vida religiosa, aumentan las visiones
    Según parece, Ulf murió en 1344 en el monasterio cisterciense de Alvastra, antes de poner por obra su propósito. Santa Brígida se quedó en Alvastra cuatro años apartada del mundo y dedicada a la penitencia. Desde entonces, abandonó los vestidos lujosos, solo usaba lino para el velo y vestía una burda túnica ceñida con una cuerda anudada. Las visiones y revelaciones se hicieron tan insistentes, que la santa se alarmó, temiendo ser víctima de ilusiones del demonio o de su propia imaginación. Pero en una visión que se repitió tres veces, se le ordenó que se pusiese bajo la dirección del maestre Matías, un canónigo muy sabio y experimentado de Linkoping, quien le declaró que sus visiones procedían de Dios. Desde entonces hasta su muerte, Santa Brígida comunicó todas sus visiones al prior de Alvastra, llamado Pedro, quien las consignó por escrito en latín. Ese período culminó con una visión en la que el Señor ordenó a la santa que fuese a la corte para amenazar al rey Magno con el juicio divino; así lo hizo Brígida, sin excluir de las amenazas a la reina y a los nobles. Magno se enmendó algún tiempo y dotó liberalmente el monasterio que la santa había fundado en Vadstena, impulsada por otra visión.

    En Vadstena había sesenta religiosas. En un edificio contiguo habitaban trece sacerdotes (en honor de los doce apóstoles y de San Pablo), cuatro diáconos (que representaban a los doctores de la Iglesia) y ocho hermanos legos. En conjunto había ochenta y cinco personas. Santa Brígida redactó las constituciones; según se dice, se las dictó el Salvador en una visión. Pero ni Bonifacio IX con la bula de canonización, ni Martín V, que ratificó los privilegios de la abadía de Sión y confirmó la canonización, mencionan ese hecho y sólo hablan de la aprobación de la regla por la Santa Sede, sin hacer referencia a ninguna revelación privada.

    En la fundación de Santa Brígida, lo mismo que en la orden de Fontevrault, los hombres estaban sujetos a la abadesa en lo temporal, pero en lo espiritual, las mujeres estaban sujetas al superior de los monjes. La razón de ello es que la orden había sido fundada principalmente para las mujeres y los hombres sólo eran admitidos en ella para asegurar los ministerios espirituales. Los conventos de hombres y mujeres estaban separados por una clausura inviolable; tanto unos como las otras, asistían a los oficios en la misma iglesia, pero las religiosas se hallaban en una galería superior, de suerte que ni siquiera podían verse unos a otros.

    El monasterio de Vadstena fue el principal centro literario de Suecia en el siglo XV. A raíz de una visión; Santa Brígida escribió una carta muy enérgica a Clemente VI, urgiéndole a partir de Aviñón a Roma y establecer la paz entre Eduardo III de Inglaterra y Felipe IV de Francia. El Papa se negó a partir de Aviñón pero, en cambio envió a Hemming, obispo de Abo, a la corte del rey Felipe, aunque la misión no tuvo éxito. Entre tanto, el rey Magno, que apreciaba más las oraciones que los consejos de Santa Brígida, trató de hacerla intervenir en una cruzada contra los paganos letones y estonios. Pero en realidad se trataba de una expedición de pillaje. La santa no se dejó engañar y trató de disuadir al monarca. Con ello perdió el favor de la corte, pero no le faltó el amor del pueblo, por cuyo bienestar se preocupaba sinceramente durante sus múltiples viajes por Suecia.

    En Roma e Italia
    Había todavía en el país muchos paganos, y Sarta Brígida ilustraba con milagros la predicación de sus capellanes. En 1349, a pesar de que la "muerte negra" hacía estragos en toda Europa, Brígida decidió ir a Roma con motivo del jubileo de 1350. Acompañada de su confesor, Pedro de Skeninge y otros, se embarcó en Stralsund, en medio de las lágrimas del pueblo, que no había de volver a verla. En efecto, la santa se estableció en Roma, donde se ocupó de los pobres de la ciudad, en la espera de la vuelta del Pontífice a la Ciudad Eterna. Asistía diariamente a misa a las cinco de la mañana, se confesaba todos los días y comulgaba varias veces por semana (según era permitido en aquella época). El brillo de su virtud contrastaba con la corrupción de costumbres que reinaba entonces en Roma: el robo y la violencia hacían estragos, el vicio era cosa normal, las iglesias estaban en ruinas y lo único que interesaba al pueblo era escapar de sus opresores. La austeridad de la santa, su devoción a los santuarios, su severidad consigo misma, su bondad con el prójimo, su entrega total al cuidado de los pobres y los enfermos, le ganaron el cariño de muchos. Santa Brígida atendía con particular esmero a sus compatriotas y cada día daba de comer a los peregrinos suecos en su casa que estaba situada en las cercanías de San Lorenzo in Damaso.

    Pero su ministerio apostólico no se reducía a la práctica de las buenas obras ni a exhortar a los pobres y a los humildes. En cierta ocasión, fue al gran monasterio de Farfa para reprender al abad, "un hombre mundano que no se preocupaba absolutamente por las almas". Hay que decir que, probablemente, la reprensión de la santa no produjo efecto. Más éxito tuvo su celo por la reforma de otro convento de Bolonia. Allí se hallaba Brígida cuando fue a reunirse con ella su hija, Santa Catalina, quien se quedó a su lado y, fue su fiel colaboradora hasta el fin de su vida. Dos de las iglesias romanas más relacionadas con nuestra santa son la de San Pablo extramuros y la de San Francisco de Ripa. En la primera se conserva todavía el bellísimo crucifijo, obra de Cavallini, ante el que Brígida acostumbraba orar y que le respondió más de una vez; en la segunda iglesia se le apareció San Francisco y le dijo: "Ven a beber conmigo en mi celda". La santa interpretó aquellas palabras como una invitación para ir a Asís. Visitó la ciudad y de allí partió en peregrinación por los principales santuarios de Italia, durante dos años.

    Profecías y revelaciones
    Las profecías y revelaciones Santa Brígida se referían a las cuestiones mas candentes de su época. Predijo, por ejemplo, que el Papa y el emperador se reunirían amistosamente en Roma. Al poco tiempo así lo hicieron (El Papa Beato Urbano V y Carlos IV, en 1368). La profecía de que los partidos en que estaba dividida la Ciudad Eterna recibirían el castigo que merecían por sus crímenes, disminuyeron un tanto la popularidad de la santa y aun le atrajeron persecuciones. Brígida fue arrojada de su casa y tuvo que ir con su hija a pedir limosna al convento de las Clarisas.Por otra parte, ni siquiera el Papa escapaba a sus severas admoniciones proféticas.

    El gozo que experimentó la santa con la llegada de Urbano a Roma fue de corta duración, pues el Pontífice se retiró poco después a Viterbo, luego a Montesfiascone y aun se rumoró que se disponía a volver a Aviñón.

    Al regresar de una peregrinación, a Amalfi, Brígida tuvo una visión en la que Nuestro Señor la envió a avisar al Papa que se acercaba la hora de su muerte, a fin de que diese su aprobación a la regla del convento de Vadstena. Brígida había ya sometido la regla a la aprobación de Urbano V, en Roma, pero el Pontífice no había dado respuesta alguna. Así pues, se dirigió a Montefiascone montada en su mula blanca. Urbano aprobó, en general, la fundación y la regla de Santa Brígida, que completó con la regla de San Agustín. Cuatro meses más tarde, murió el Pontífice. Santa Brígida escribió tres veces a su sucesor, Gregorio XI, que estaba en Aviñón, conminándole a trasladase a Roma. Así lo hizo el Pontífice cuatro años después de la muerte de la santa.

    En 1371, a raíz de otra visión, Santa Brígida emprendió una peregrinación a los Santos Lugares, acompañada de su hija Catalina, de sus hijos Carlos y Bingerio, de Alfonso de Vadaterra y otros personajes. Ese fue el último de sus viajes. La expedición comenzó mal, ya que en Nápoles, Carlos se enamoró de la reina Juana I, cuya reputación era muy dudosa. Aunque la esposa de Carlos vivía aún en Suecia y el marido de Juana estaba en España; ésta quería contraer matrimonio con él y la perspectiva no desagradaba a Carlos. Su madre, horrorizada ante tal posibilidad, intensificó sus oraciones. Dios resolvió la dificultad del modo más inesperado y trágico, pues Carlos enfermó de una fiebre maligna y murió dos semanas después en brazos de su madre. Santa Brígida prosiguió su viaje a Palestina embargada por la más profunda pena. En Jaffa estuvo a punto de perecer ahogada durante un naufragio Sin embargo durante, la accidentada peregrinación la santa disfrutó de grandes consolaciones espirituales y de visiones sobre la vida del Señor.

    A su vuelta de Tierra Santa, en el otoño de 1372, se detuvo en Chipre, donde clamó contra la corrupción de la familia real y de los habitantes de Famagusta quienes se habían burlado de ella cuando se dirigía a Palestina. Después pasó a Nápoles, donde el clero de la ciudad leyó desde el púlpito las profecías de Santa Brígida, aunque no produjeron mayor efecto entre el pueblo.

    La comitiva llegó a Roma en marzo de 1373. Brígida, que estaba enferma desde hacía algún tiempo, empezó a debilitarse rápidamente, y falleció el 23 de julio de ese año, después de recibir los últimos sacramentos de manos de su fiel amigo, el Padre Pedro de Alvastra. Tenía entonces setenta y un años. Su cuerpo fue sepultado provisionalmente en la iglesia de San Lorenzo in Panisperna. Cuatro meses después, Santa Catalina y Pedro de Alvastra condujeron triunfalmente las reliquias a Vadstena, pasando por Dalmacia, Austria, Polonia y el puerto de Danzig.

    Santa Brígida, cuyas reliquias reposan todavía en la abadía por ella fundada, fue canonizada en 1391 y es la patrona de Suecia.

    Visiones y escritos

    Uno de los aspectos más conocidos en la vida de Santa Brígida, es el de las múltiples visiones con que la favoreció el Señor, especialmente las que se refieren a los sufrimientos de la Pasión y a ciertos acontecimientos de su época. Por orden del Concilio de Basilea, el Juan de Torquemada, quien fue más tarde cardenal, examinó el libro de las revelaciones de la santa y declaró que podía ser muy útil para la instrucción de los fieles; pero tal aprobación encontró muchos opositores. Por lo demás; la declaración de Torquemada significa únicamente que la doctrina del libro es ortodoxa y que las revelaciones no carecen de probabilidad histórica. El Papa Bcnedicto XIV, entre otros, se refirió a las revelaciones de Santa Brígida en los siguientes términos: "Aunque muchas de esas revelaciones han sido aprobadas, no se les debe el asentimiento de fe divina; el crédito que merecen es puramente humano, sujeto al juicio de la prudencia, que es la que debe dictarnos el grado de probabilidad de que gozan para que crearnos píamente en ellas."

    Santa Brígida, con gran sencillez de corazón, sometió siempre sus revelaciones a las autoridades eclesiásticas y, lejos de gloriarse por gozar de gracias tan extraordinarias, las aprovechó como una ocasión para manifestar su obediencia y crecer en amor y humildad. Si sus revelaciones la han hecho famosa, ello se debe en gran parte a su virtud heroica, consagrada por el juicio de la Iglesia.

    El libro de sus revelaciones fue publicado por primera vez en 1492.

    Las brigidinas tienen unas lecciones de maitines tomadas de sus revelaciones sobre las glorias de María, conocidas con el nombre de "Sermo Angelicus", en recuerdo de las palabras del Señor a la santa: "Mi ángel te comunicará las lecciones que las religiosas de tus monasterios deben leer en maitines, y tú las escribirás tal como él te las dicte".

    Mt 12, 38-42

    Algunos escribas y fariseos dijeron a Jesús: "Maestro, queremos que nos hagas ver un signo". Él les respondió: "Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se le dará otro que el del profeta Jonás. Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay Alguien que es más que Jonás. El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay Alguien que es más que Salomón".


    Me rodearé de silencio y de soledad
    y será como en pleno desierto.
    Te escucharé,
    Señor,
    y te veré
    sentado a la mesa de Zaqueo, el publicano,
    y abriendo los ojos del ciego;
    llorando la muerte de Lázaro, tu amigo,
    y haciendo levantar
    a quienes ya no podían más;
    perdonando a los que gritan injurias,
    dándolo todo;
    tu cuerpo,
    tu sangre,
    tu vida
    y tu gozo de amar
    sin guardarte nada para ti.

    Tus palabras,
    las saborearé
    como el pan fresco de la madrugada.
    Las guardaré en mi interior,
    y se filtrarán en mí como una música.
    Me las ataré a las manos,
    y en mí, como en la tierra,
    cavarán surcos.

    Con tal de vivir de acuerdo con el corazón de Dios,
    quemaré lo que es inútil:
    mis iras y mi severidad,
    mis tristezas
    semejantes al agua negra
    que se desliza bajo el puente,
    y mi deseo de tener siempre razón.

    Lo quemaré al fuego de Dios
    y tiraré las cenizas,
    y mi corazón será nuevo
    como el sol del amanecer
    surgiendo de la niebla de la noche.