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Dios no ha prometido gozo sin tristezas o paz sin angustia, pero si ha prometido amor inquebrantable y eterno.

El hecho que estemos siguiendo a Jesús no quiere decir que no pasaremos por momentos de prueba en nuestra vida.
Nadie esta excento de los desafíos de la vida.
Toda persona en un momento u otro pasa por esos momentos difíciles.
Pero aquel que a puesto su confianza en Dios estará seguro!
"Cuanto más dura la prueba más glorioso es el triunfo ..."
"No importa si pones a prueba a mi fe... mi Dios hagase tu voluntad !"


San José Benito Cottolengo

Nació en Bra, en el Cuneo, Italia en 1786; fue el mayor de los 12 hijos de un mercader de panes.

Desde muy joven, José Benito se sintió atraído por el estudio de la Iglesia, y esquivó adversidades para poder graduarse en teología en Turín, donde se hizo sacerdote. Sin embargo, al atender la muerte dramática de una mujer pobre que dejaba en orfandad a media docena de hijos, conmovido se dio cuenta de que su verdadera vocación era ayudar a los más necesitados.

Cerca de dicha ciudad, en un lugar llamado Valdocco, fundó en 1828 la “Pequeña Casa de la Divina Providencia”, un hogar para los enfermos rechazados de los hospitales, para discapacitados, huérfanos, inválidos y mujeres sin hogar, todos los cuales formaban ahí una “familia”.

La Pequeña Casa ofrecía refugio y asistencia a todo tipo de personas rechazadas y marginadas de la sociedad, ayudando a que se sintieran valoradas y aceptadas, y ofreciéndoles la salvación en el cristianismo.

“El Cottolengo”, como se conoce a San José Benito, “canónigo bueno”, instituyó numerosas congregaciones, como los frailes de la Santísima Trinidad, diversas familias de hermanas y hermanos de San Vicente y el seminario de los Tomasinos.

Abrumado por el trabajo, San José Benito Cottolengo falleció en santa paz en Chieri, cerca de Turín, rodeado por su “familia”. Se le recuerda como precursor de la asistencia hospitalaria. El hospital que fundó continúa operando, y en la actualidad cuenta con dos mil camas.

El papa Pío XI canonizó a San José Benito Cottolengo en 1934.

Padre celestial entregamos en tus manos esta semana, para que nos guies y guardes. Ayudanos a tomar buenas decisiones para honrar tu nombre. En nombre de tu hijo Jesucristo. Amen.

Jn 10,1-10

Jesús dijo a los fariseos: "Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de ovejas, sino trepando por otro lado, es un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. Él llama a cada una por nombre y las hace salir. Cuando ha sacado a todas las suyas, delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz". Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir. Entonces Jesús prosiguió: "Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquéllos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan vida, y la tengan en abundancia.
Cuando Dios tiene el primer lugar en tu vida, el resto de la vida se pone en orden!

Cuando uno le dice a Dios, que le quiere servir, no es sólo por unos días, sino para toda la vida.

Dios te responde de 3 maneras:
Te dice SI y te da lo que le pides,
te dice NO y te da lo que necesitas,
te dice ESPERA y te da lo MEJOR.

Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones


Hoy celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Si lo deseas comparte tu oración en el muro


Santa Catalina de Siena

 Lo que más maravilla en la vida de Santa Catalina de Siena no es tanto el papel insólito que desempeñó en la historia de su tiempo, sino el modo exquisitamente femenino con que lo desempeñó. Al Papa, a quien ella llamaba con el nombre de “dulce Cristo en la tierra”, le reprochaba la poca valentía y lo invitaba a dejar Aviñón y regresar a Roma, con palabras humanísimas como éstas: “¡Animo, virilmente, Padre! Que yo le digo que no hay que temblar”. A un joven condenado a muerte y a quien ella había acompañado hasta el patíbulo, le dijo en el último instante: “¡a las bodas, dulce hermano mío! que pronto estarás en la vida duradera”.

Pero la voz sumisa de la mujer cambiaba de tono y se traducía frecuentemente en ese “yo quiero” que no admitía tergiversaciones cuando entraba en juego el bien de la Iglesia y la concordia de los ciudadanos.

Catalina nació en Siena (Italia) el 25 de marzo de 1347 y era la vigésimo cuarta hija de Santiago y Lapa Benincasa. A los siete años celebró su místico matrimonio con Cristo. Esto no se debió a fantasías infantiles, sino que era el Catalina de Siena, Santa comienzo de una extraordinaria experiencia mística, como se pudo comprobar después . A los quince años entró a la Tercera Orden de Santo Domingo, comenzando una vida de penitencia muy rigurosa. Para vencer la repugnancia hacia un leproso maloliente, se inclinó y le besó las llagas.

Como no sabía leer ni escribir, comenzó a decir a varios amanuenses sus cartas, afligidas y sabias, dirigidas a Papas, reyes, jefes y a humilde gente del pueblo. Su valiente compromiso social y político suscitó no pocas perplejidades entre sus mismos superiores y tuvo que presentarse ante el capítulo general de los dominicos, que se celebró en Florencia en mayo de 1377, para explicar su conducta.

En Siena, en el recogimiento de su celda, dictó el “Diálogo sobre la Divina Providencia” para tributar a Dios su último canto de amor. En los comienzos del gran cisma aceptó el llamamiento de Urbano VI para que fuera a Roma. Aquí se enfermó y murió rodeada de sus muchos discípulos a quienes recomendó que se amaran unos a otros. Era el 29 de abril de 1380: hacía un mes que había cumplido 33 años.

Fue canonizada el 29 de abril de 1461. En 1939 fue declarada patrona de Italia junto con San Francisco de Asís, y el 4 de octubre de 1970 Pablo VI la proclamó doctora de la Iglesia, y el 1 de Octubre de 1999 S.S. Juan Pablo II la declaró Patrona de Europa.

Además Santa Catalina tiene los siguientes patronatos:
° contra los incendios;
° contra los males corporales;
° contra la enfermedad;
° contra los abortos involuntarios;
° contra las tentaciones;
° Allentown, Pennsylvania;
° para la prevención de incendios;
° de los bomberos;
° de las enfermeras;
° de las personas ridiculizadas por su piedad;
° de los enfermos.

Jn 10,11-18

Jesús dijo: "Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí ?como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre? y doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: éste es el mandato que recibí de mi Padre".
Nuestra vida hoy, es en su mayor parte el resultado de nuestras decisiones.
Tú decides si Dejas el pasado en las manos de Dios o no. Tú decides perdonar o no. Tú decides creerle a Dios o no. Tú decides vivir con esperanza o sin ella. Tú decides vivir con alegría a pesar de... o vivir con tristeza por.... Tú decides seguir a Jesús o rechazar su invitación.


San Pedro Chanel

Futuna es una pequeña “expresión geográfica”, una de las islas Fiji, señalada en los mapas con un punto entre el ecuador y el trópico de Capricornio en el inmenso océano Pacífico. Hoy es una posesión francesa, meta de turistas amantes de lo exótico. Los habitantes son católicos y viven una vida pacífica. Pero hace 140 años, precisamente el 12 de noviembre de 1837, cuando desembarcó allí el misionero marista Pedro Chanel, junto con un compañero laico, la isla estaba dividida por dos tribus continuamente en guerra.

Sólo la valentía y la caridad de un hombre de Dios podían escoger esta meta con todos los riesgos que conllevaba. En efecto, Pedro Chanel concluyó aquí su aventura de evangelizador, asesinado a golpes de garrote y hacha el 28 de abril de 1841 por el yerno del jefe de la tribu Musumusu, enfurecido porque entre los convertidos al cristianismo se encontraban algunos miembros de su familia.

Pedro Chanel había nacido en Cuet (Francia) el 12 de julio de 1803. A los doce años, por invitación del celoso párroco Trompier, comenzó los estudios sacerdotales, y en 1824 entró al seminario mayor de Bourg, en donde tres años después fue ordenado sacerdote.

Hubiera querido ir inmediatamente a tierra de misión, pero el ordinario del lugar tenía mucha necesidad de sacerdotes. Fue coadjutor en Amberieu y en Gex, en donde se unió a un grupo de sacerdotes diocesanos, los maristas, que en el mismo ámbito parroquial vivían el ideal misionero bajo la guía del Padre Colin. La Sociedad de María, aprobada por el Papa en 1836, contó entre sus primeros miembros al Padre Chanel, que ese mismo año se embarcó en Le Havre hacia Valparaíso, con destino a Oceanía. Cuando la nave llegó a Futuna, se invitó al Padre Chanel a permanecer ahí con el compañero laico Nicezio, que tenía veinte años.

Fue lenta y paciente la tarea de penetración en el pequeño mundo de esa gente tan distinta en costumbres de vida y en mentalidad. Pero el anuncio del Evangelio fue calando en las jóvenes generaciones.

Este éxito suscitó al mismo tiempo la hostilidad de las viejas generaciones. El tributo de sangre de Pedro Chanel fue el precio para abrir finalmente las puertas a la evangelización de toda la isla. El nuevo mártir cristiano, beatificado el 7 de noviembre de 1889, fue canonizado el 12 de junio de 1954 y declarado patrono de Oceanía.

Jn 6, 60-69

Después de escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían: "¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?". Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: "¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen". En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y agregó: "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede". Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: "¿También ustedes quieren irse?". Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios".
Cuando Jesús estaba preparándose para entregar su vida como sacrificio, estaba pensando en TI y en MI, nunca lo olvides.

Para templar una espada hay que meterla en el fuego. La fe también se forja en la tribulación. Hay gente que quiere tener una fe gigante, pero sin chamuscarse. Es como el atleta que quiere ganar la carrera, pero sin entrenarse, sin sufrir, sin lastimarse nunca.

San Pedro Armengol

Pedro Ermengol nació en 1238 en Guardia de Prats, cercano a Montblanc (Tarragona), hijo de Arnaldo Ermengol, descendiente de la noble familia española de los condes de Urgell. De joven no fue un santo, todo lo contrario, con la soberbia e iracundia de su carácter, alimentó una vida de vicio y de incontrolable aventura; atrajo sobre sí el odio de sus conciudadanos de todas las clases, que se veían obligados a soportar su prepotencia y sus injurias. Llegó a ser jefe de un grupo de bandoleros, después de haber dejado casa y familia; huyó a los montes, sembrando el terror en el pueblo, y el peligro en las calles; unido a los otros bandidos, sus cómplices, fue un criminal de la peor especie.

Pero la gracia de Dios estaba próxima a manifestarse: en 1258 el rey Jaime I encargó al propio Arnaldo Ermengol acabar con el bandolerismo, que volvía inseguras las calles y hacía morir el comercio y las comunicaciones. Arnaldo se encontro frente a frente con la banda capitaneada por su hijo Pedro, que luego de este encuentro dramático, tocado por la gracia, se arrepintió de la vida que había llevado hasta ahora; se acercó a Guillermo de Bas -sucesor de san Pedro Nolasco, fundador de lso Mercedarios-, se confesó y pidió consejo; Guillermo quedó convencido de su sinceridad y lo admitió en el noviciado de la Orden de la Merced en 1258.

Desde el primer día de su entrada, cambió su vida totalmente, demostrando así la sinceridad de la conversión; la crueldad se transformó en ferviente caridad, y los vicios en continua oración y dura penitencia. Le llegaron enseguida a asignar diversos en cargos, misiones y viajes entre los musulmanes, al efecto de rescatar esclavos y prisioneros, según la primera misión para la cual se había fundado la Orden de la Merced; se movió en principio en los reinos de Granada y Murcia, gobernados por musulmanes, y después directamente en Argelia, con una misión más difícil e imaginativa.

Consiguió en dos meses rescatar 346 esclavos que hizo repatriar; en Bugia rescató 119 cristianos con algunos de sus cohermanos que estaban prisioneros; trató, además, por 30.000 ducados, la liberación de 18 jóvenes cristianos que estaban por ser enviados al Islam; pero, faltándole esa suma, procuró ser aceptado tomando el lugar de los jóvenes, tal como estipula el cuarto voto especial de la Orden. Durante su prisión fue consuelo para los otros reclusos, obrando muchas conversiones, incluso entre los musulmanes. Las autoridades estaban molestas por esto, y visto el retraso en llegar los 30.000 ducados, lo consideraron un espía y lo condenaron a la horca.

La sentencia fue cumplida enseguida, y el cuerpo abandonado a los buitres; poco despues llegó con el dinero del rescate el padre Guillermo Fiorentino, el cual, sabiendo de la ejecución, se acercó al lugar para darle sepultura; habían transcurrido seis días, pero Pedro Ermengol vivia todavía, y contó que había sido milagrosamente sostenido por la Virgen. Liberaron con el dinero que llevaban otros prisioneros, y los dos mercedarios volvieron a la patria, pero Pedro llevó siempre sobre su cuerpo la marca de aquellos trágicos y a la vez bellos acontecimientos: el rostro pálido y las vértebras del cuello dislocadas.

Los superiores lo enviaron al convento de la Orden que estaba en su pueblo natal, Guardia de Prats; así sus conciudadanos, que habían sido testigos de sus desmanes, pudieron también admirarlo por su santidad y penitencia. Enfermó gravemente, prediciendo la fecha de su muerte, que ocurrió el 27 de abril de 1304; ante los solemnes funerales fueron curados de sus enfermedades tres hombres y cuatro mujeres. Su biografía fue escrita y presentada como documento notarial, pocos días después de su muerte, y avalada por la firma de cinco cohermanos, entre los cuales estaba el padre Guillermo Fiorentino. El papa Inocencio XI, el 28 de marzo de 1686 aprobó su culto «inmemorial», y la fiesta fue fijada el 27 de abril, aniversario de su muerte.

Jn 6,52-59.

Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente".
Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.

Oración de un jesuita:


Ojalá, Señor, te llegue mi voz.
Aquí estoy.
Sin grandes palabras que decir.
Sin grandes obras que ofrecer.
Sin grandes gestos que hacer.
Solo aquí. Solo. Contigo.
Recibiré aquello que quieras darme:
luz o sombra. Canto o silencio.
Esperanza o frío. Suerte o adversidad.
Alegría o zozobra. Calma o tormenta.
Y lo recibiré sereno, con un corazón sosegado,
porque sé que tú, mi Dios estás conmigo.
Tú me has llamado
y me mantienes en tu Compañía.
Haz que otros puedan unirse a tu proyecto,
que desde hace años también es el mío.
Y así sigo, Señor.
Aquí, sin más, bebiendo de tu vida.
En silencio.
Contigo, con otros,
sabiéndote resucitado.


Seamos nosotros receptores del amor de Dios, para llevar ese amor a los demás.

San Anacleto

Nació en Roma, hijo de una familia de origen ateniense, en la época de la muerte de Jesús y de las prédicas de los Apóstoles.

En Roma, San Anacleto conoció al Apóstol San Pedro, y se hizo discípulo suyo, ayudándolo a predicar la naciente doctrina. Se le describe como una persona de carácter afable, cuya ternura conquistaba lo mismo a creyentes que a paganos.

A la muerte de San Lino en el año 76, San Anacleto le sucedió como el tercer Papa de la cristiandad. Su pontificado habría de durar doce años, durante los cuales se distinguió como un prudente y abnegado pastor que supo proteger a su rebaño.

En el año 88, sin embargo, Domiciano desató contra la cristiandad una de las primeras y más terribles persecuciones que haya sufrido.

Como cabeza de la Iglesia, San Anacleto tuvo una ferviente actividad, visitando comunidades de fieles y consolándolas por la muerte de miles de compañeros de fe.

Eventualmente, la guardia imperial dio con él y lo hicieron prisionero. Se cuenta que en vez de huir, él aceptó con una sonrisa a sus captores y torturadores. Murió a causa de los extremos suplicios a los que se vio sometido.

Durante su pontificado, San Anacleto estableció las primeras normas para la elección de los obispos de la Iglesia, y mandó edificar un mausoleo para enterrar a los mártires cristianos.


Jn 6, 44-51

Jesús dijo a la gente: Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: "Todos serán instruidos por Dios". Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero éste es el pan que desciende del cielo para que aquél que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo.
Amar a Dios es servirle. Servirle en todo momento, en cualquier persona y en todo lugar.
Nosotros, como cristianos, debemos ser el signo de esperanza para los que no creen; anunciarles que, a pesar de todos los elementos que nos amenazan, Dios nos ha enviado al Salvador....

Es difícil poner la mira en las cosas de arriba, cosas de Dios, si se está agobiado por los encantos de las cosas de acá abajo.

Era una vez un gran violinista...

Algunos decían que él era muy extraño; otros, que era sobrenatural. Las notas mágicas que salían de su violín tenían un sonido diferente, por eso nadie quería perder la oportunidad de ver su espectáculo.

Una cierta noche, el palco de un auditorio repleto de admiradores estaba preparado para recibirlo. La orquesta entró y fue aplaudida. El maestro fue ovacionado, pero cuando la figura de Paganini surgió triunfante, el público deliró. Paganini coloca su violín en su hombro y lo que se sucede a continuación es indescriptible.

Breves y semibreves, fusas y semifusas, corcheas y semicorcheas, parecen tener alas y volar con el toque de aquellos dedos encantados.

De repente, un sonido extraño interrumpe el devaneo de la platea. Una de las cuerdas del violín de Paganini se revienta, el maestro paró, la orquesta paró, el público paró, pero Paganini no paró; mirando su partitura, él continúa a sacar sonidos deliciosos de un violín con problemas. El maestro y la orquesta, animados y confiados, vuelven a tocar.

El público se estaba calmando cuando, de repente, otro sonido perturbador distrae la atención de los asistentes, otra cuerda del violín de Paganini se rompe, el maestro paró de nuevo, la orquesta paró nuevamente, Paganini no paró. Como si nada hubiese sucedido, él olvida las dificultades y avanza sacando sonidos de lo imposible. El maestro y la orquesta, impresionados, vuelven a tocar; pero el público no podía imaginar lo que iba a suceder a continuación. Todas las personas, pasmadas, gritaron ¡OOHHH! ¡Qué eco por la ovación de aquel auditorio!

Una tercera cuerda del violín de Paganini se corta. El maestro para, la orquesta para, la respiración del público para, PERO Paganini no para, como si fuese un malabarista musical, él saca todos los sonidos de la única cuerda que sobrara de aquel violín destruído. Ninguna nota fue olvidada. El maestro, más animado todavía, acompaña a Paganini; la orquesta se motiva, el público parte del silencio hacia la euforia.

Paganini llega a la gloria. Su nombre corre a través del tiempo. Él no es sólo un violinista genial, es el símbolo del profesional que continúa adelante en medio de lo imposible.

No importa la cantidad de problemas que podamos tener; puede ser un problema personal, conyugal, familiar, profesional, emotivo, etc., cualquier cosa que te está afectando en el cultivo de tus dones y cualidades que buscan darte la paz y la felicidad, tu auto-estima o tu desempeño profesional; ten la certeza de una cosa: No todo está perdido. Aún existe una cuerda y es tocando en ella que tú ejercitarás tu talento. Tocando en ella es que tú vas a vibrar. Aprende a aceptar que la vida siempre te dejará una última cuerda. Cuando sientas desánimo, nunca dejes de luchar. Aún existirá la cuerda de la persistencia inteligente, del "probar una vez más", de dar un paso más con un enfoque nuevo.

Despierta ese Paganini que existe dentro de tí y avanza hasta vencer. La Victoria es el arte de continuar, donde los otros resuelven parar. Cuando todo parezca fracasar, date una nueva chance y camina hacia el frente. Toca la cuerda de la motivación, saca sonidos de resultados positivos; pero antes pregunta: ¿quién motiva al motivador? esto es, ¿quién motiva tu cerebro?, ¿qué motiva tu mano?, ¿qué toca tu violín?

No te frustres, no te desesperes... Recuerda siempre aún existe la última cuerda la de aprender de nuevo para deslumbrar y generar soluciones. Nunca la vida te cortará todas las cuerdas.
Y si los resultados aún siguen mal, es tu oportunidad de tocar la última cuerda. Siempre es la cuerda más olvidada la que te dará el mayor resultado. ¡Está en tus manos tocar la mejor cuerda del universo: DIOS!

(P. Dennis Doren L.C)

 

San Marcos, evangelista

Patrón de los abogados, notarios, artistas de vitrales, cautivos, de Egipto, Venecia, contra la impenitencia y las picadas de insectos.

San Marcos es judío de Jerusalén, acompañó a San Pablo y a Bernabé, su primo, a Antioquia en el primer viaje misionero de estos (Hechos 12, 25); también acompañó a Pablo a Roma. Se separó de ellos en Perga y regresó a su casa. (Hechos 13,13). No sabemos las razones de esa separación pero si sabemos que causó una separación posterior entre San Pablo y Bernabé, cuando San Pablo rehusó aceptar a San Marcos. Bernabé se enojó tanto que rompió su asociación misionera con San Pablo y se fue a Chipre con Marcos (Hechos 15,36-39). Años mas tarde San Pablo y San Marcos volvieron a unirse en un viaje misionero.

Fue discípulo de San Pedro e intérprete del mismo en su Evangelio, el segundo Evangelio canónico (el primero en escribirse). San Marcos escribió en griego con palabras sencillas y fuertes. Por su terminología se entiende que su audiencia era cristiana. Su Evangelio contiene historia y teología. Se debate la fecha en que lo escribió, quizás fue en la década 60-70 AD.

Juntos con Pedro fue a Roma. San Pedro por su parte se refería a San Marcos como "mi hijo" (1P 5,13).

A veces el Nuevo Testamento lo llama Juan Marcos (Hechos 12,12).

Evangelizó y estableció a la Iglesia en Alejandría, fundando allí su famosa escuela cristiana.

Murió mártir aprox. el 25 de abril del 68 AD en Alejandría y sus reliquias están en la famosa catedral de Venecia.

Su símbolo es el león alado. Tanto este símbolo como el de los otros tres evangelistas (Apoc. 4, 7-8), son muy antiguos. De ellos hablan San Jerónimo y San Agustín, explicando que San Marcos, en su primer capítulo, habla de Juan el Bautista en el desierto y el león es el rey del desierto (Mc. 1,3).

En Venecia se veneran, en la preciosa catedral de su mismo nombre, los restos mortales del evangelista, cuyo traslado de Alejandría se remonta al siglo IX.







Mc 16, 15-20

En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará. El que no crea se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán demonios en mi nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán. Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.

Santa María de Cleofás

En los grandiosos acontecimientos de la Redención, durante el dramático epílogo sobre el Calvario, un coro silencioso y triste de “piadosas mujeres” espera un poco lejos que todo se haya terminado: “Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María de Magdala” dice el evangelista san Juan. Era el grupo de las que “lo seguían desde cuando estaba en Galilea para servirlo, y muchas otras que habían venido de Jerusalén junto con él”.

Entre las espectadoras se encuentra, pues, la santa que hoy se venera, cuya continua y vigilante presencia cerca del Salvador le ha merecido un puesto particular en la devoción de los cristianos, más que su parentela con la Santísima Virgen y san José.

A María de Cleofás –así llamada por el marido Clopa o Cleofás— comunmente se le considera la madre de los “hermanos del Señor” Santiago el Menor, apóstol y obispo de Jerusalén, y José. El historiador palestino Hegesipo dice que Cleofás era hermano de san José y padre de Judas Tadeo y de Simón. Este último fue elegido para suceder a Santiago el Menor en la sede episcopal de Jerusalén.

La identificación de Alfeo con Cleofás llevó a algunos exegetas a considerar a María de Cleofás cuñada de la Virgen María, y madre de tres apóstoles. Cleofás (Alfeo) María de Cleofás, Santa es, además, uno de los discípulos que el día de la resurrección de Jesús, mientras iban hacia Emaús, fueron alcanzados por Jesús a quien reconocieron en la “fracción del pan”. Mientras el esposo se alejaba de Jerusalén, con el corazón lleno de melancolía y desilusión, la esposa María de Cleofás, siguiendo el impulso de su corazón, iba de prisa a la tumba del Redentor para rendirle el extremo homenaje de la unción ritual con varios ungüentos. En efecto, el viernes por la tarde se había quedado atrás con María Magdalena para ver “en dónde lo dejaban”. Dice el evangelista Marcos: “María la Magdalena y María, la madre de Santiago el menor y de José miraban dónde lo ponían”.

Pasado el sábado, muy de mañana, mientras el marido regresaba a casa, María de Cleofás y las otras compañeras “compraron perfumes y fueron a hacerle las unciones”; pero el ángel les anunció: “No está aquí, ha resucitado”. A las piadosas mujeres, que fueron al sepulcro con sus ungüentos y con su dolor, les correspondió el privilegio de conocer las primeras la noticia de la resurrección: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”. “Si Cristo no resucitó -dirá San Pablo- nuestra fe no vale nada y nosotros seríamos unos mentirosos… Pero Cristo resucitó y es la primicia de los otros que ahora duermen y resucitarán”. Esta alegre noticia se la llevaron a los “Doce y a todos los otros” unas pocas mujeres, entre ellas María de Cleofás.

Jn 6, 30-35

La gente preguntó a Jesús: "¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: 'Les dio de comer el pan bajado del cielo'". Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo". Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan". Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed".

EL ÁGUILA QUE NO VOLABA

A uno de aquellos reyes antiguos le obsequiaron dos pequeñas águilas para ser entrenadas. Pasados unos meses, fue informado que una estaba perfectamente entrenada, mientras la otra no se había movido de la rama en que fue colocada el primer día.

Curanderos y sabios sanadores examinaron el águila. Nadie logró hacerla volar. El Rey ofreció una recompensa a quien lo lograra.

La siguiente mañana el águila volaba ágilmente. De inmediato pidió hablar con el autor de ese portento, presentándole un humilde campesino.

- ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago o brujo?

- Fue fácil, Su Majestad. Yo tan sólo corté la rama y el águila voló. Se dio cuenta que tenía alas y se lanzó a volar.

Dice Fray Fernando Rodríguez que en la vida tenemos que pasar por muchas pruebas, algunas de ellas tan duras que incluso nos hacen dudar de nuestra fe. Todos pasamos por momentos dolorosos en los que levantamos la mirada al cielo, reclamando… “¿Por qué me has abandonado?” De esto, ni Jesús se libró.

Sin embargo, como bien señala San José María Escrivá, “cuando nos decidimos a contestar al Señor: mi libertad para ti, nos encontramos liberados de todas las cadenas que nos habían atado a cosas sin importancia, a preocupaciones ridículas, a ambiciones mezquinas”.

“Hagan alto en el camino y vean. Pregunten por los caminos de antes: ¿Es esa la senda buena? Pues síganla, y hallarán la paz para sus almas” (Jer 6, 16). Ustedes verán al punto “cómo se allanan las cuestas y se nivelan los declives” (Is 40, 4). Gusten y vean “que el Señor es bueno” (Sal 23, 9). Ante la palabra de Cristo en el Evangelio: “Vengan a mí todos los que estén fatigados y cargados, que yo los aliviaré” (Mt 11, 28), depondrán el peso abrumador de sus pecados.

La senda del Señor es todo refrigerio, si se marcha por ella. Somos nosotros mismos quienes nos creamos dolores y tormentos por nuestras preocupaciones, siempre que preferimos seguir los caminos tortuosos del mundo, incluso a trueque de peligros y dificultades. (Casiano).

Entonces, “si te sientes cansado y deprimido. Si en tu vida no tienes ya consuelo. Si piensas que has perdido la esperanza, serénate un momento y mira al cielo.

Si te sientes al borde de un abismo y una fuerza te empuja hacia el infierno. Si ya nada te atrae o te seduce, serénate un momento y mira al cielo.

Luego baja la vista y más tranquilo, contempla en derredor cuánto hay de bueno: bosques, ríos, montañas y llanuras, maravillas sin par de nuestro suelo.

Todo ello te fue dado, es don gratuito: las flores del jardín y el canto del ave al pie de tu ventana, que te invita a comenzar de nuevo.

Educa tus sentidos y percibe la suave melodía que el Eterno inspiró para el arte de Beethoven y de tantos artistas que no han muerto.

Si es invierno, revuélcate en la nieve. Si es verano, navega mar adentro. No temas, el Señor está contigo. No te tomes la vida tan en serio.

Y luego, aligerado de la carga y el peso de nefastos sentimientos, relájate en tu silla favorita, respira hondo, y vuelve a ver el cielo”.

Y tú… ¿a qué te estás aferrando que no puedes empezar tu vuelo? ¿Qué estás esperando para soltarte? ¡No puedes descubrir nuevos mares a menos que tengas el coraje de volar!

¡Confía en el Señor y suéltate de esa rama!

El fracaso nunca es definitivo si tienes a Jesús de tu lado.

San Jorge

Nació en Capadocia, en la actual Turquía, en el seno de una familia cristiana leal al Imperio Romano, durante la segunda mitad del siglo III.

Al igual que su padre, Jorge ingresa al ejército cuando cumple la mayoría de edad. Por su carisma y aptitudes sube muy pronto de rango, hasta llegar a formar parte de la guardia personal del emperador Diocleciano en la región oriental del Imperio.

Cuando Diocleciano decretó las crueles persecuciones contra la cristiandad, San Jorge permaneció incólume, y declaró abietamente cuál era su religión. Tal confesión, sin embargo, le ganó el odió del emperador, quien ordenó que fuera torturado con saña ejemplar. Se dice que San Jorge resistió todos los suplicios sin emitir una sola queja. Esto ocurrió en la ciudad de Lidda, la actual Lod, en Palestina, cerca de Tel Aviv.

Como sucede con otros santos de las primeras épocas del cristianismo, la vida de Jorge de Capadocia se confunde con lo legendario. Y más aún debido a que su culto se propagó rápidamente por toda la cristiandad desde comienzos de la Edad Media.

Una leyenda (que fue añadida hacia el siglo IX) lo relaciona con una pequeña ciudad cuyas fuentes de agua habían caído bajo el poder de un dragón. Cada vez que necesitaban agua, elegían a uno de los habitantes para que distrajera al dragón mientras todos los demás acudían por el preciado líquido. El elegido, sobra decir, era devorado por la bestia.

En una ocasión en que la suerte había señalado como víctima del sacrificio a la princesa del lugar, ocurrió que San Jorge iba pasando por ahí en su caballo. Cuando se enteró de lo que ocurría, acudió presto y dio muerte al dragón, salvando así a la princesa y liberando a la ciudad.

Los intérpretes ven un rico simbolismo en esta escena: San Jorge representa a Cristo, que montado en su corcel, o sea la Iglesia, mata al dragón, que representa a las fuerzas del mal, y libera a la princesa, es decir a todo el cristianismo.

Es asombrosa la popularidad de que este santo siempre ha gozado a lo largo de la historia.
San Jorge es el santo patrono del Reino de Inglaterra, del Imperio Bizantino, de Georgia, Etiopía, Grecia, Serbia, Tirol, Aragón y Cataluña, Génova y Barcelona; de 13 órdenes de caballería; de los soldados, campesinos, jinetes, mineros, talabarteros, herreros, jóvenes excursionistas, artesanos, campistas, cautivos, de los hospitales, de los caballos y del ganado.

Murió el 23 de abril del año 303

San Jorge nos ofrece un ejemplo de lealtad valiente hacia las convicciones de fe. 


Jn 6, 22-29

Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían partido solos.
Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias.
Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.
Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello".
Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?".
Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado".
Nada consuela mas poderosamente que la certeza de estar, en medio de la miseria, rodeado por el amor de Dios

San Agapito I, papa

Su fecha de nacimiento es incierta, pero parece que era ya muy anciano cuando subió al trono de Pedro, que ocupó menos de un año, en el 535-36. Era hijo de Gordiano, un sacerdote romano muerto en los disturbios de época del papa san Símaco. Unos pocos años antes, el papa Bonifacio II (uno de los pocos no canonizados en esos primeros siglos), había sido elegido en un confuso episodio, en el que rivalizó con el Alejandrino Dióscuro. Su contrincante murió al poco tiempo, por lo que el cisma no llegó a mayores, pero Bonifacio no se contentó con haber quedado como el legítimo, sino que lanzó un anatema contra Dióscuro a título póstumo, que hizo firmar a sus partidarios y archivar en los anales de Roma. Semejante ensañamiento era inapropiado e indigno, y el primer acto de Agapito al llegar a la sede de Pedro fue desarchivar el anatema y quemarlo públicamente, una manera de limpiar la honorabilidad del trono petrino. Confirmó los decretos del concilio de Cartago, según el cual los convertidos del arrianismo fueron declarados inelegibles a las sagradas órdenes, así como otros actos de un gobierno de la Iglesia que ya tiene verdaderamente características universales, al menos en relación a Occidente.

Pero sin embargo la actuación principal de este papa no fue en Roma sino en Oriente, en Constantinopla, donde al poco tiempo de elegido, murió: el rey godo Teodato pidió al papa que realizara ante Justiniano una gestión diplomática de la mayor importancia; el Emperador había mandado una expedición punitiva a Italia a cargo del General Belisario, para vengar la muerte de la regente de Ravena a manos del propio Teodato. El prestigio de Agapito debía ser suficiente para aplacar al Emperador, por lo que Agapito dejó la Urbe con una embajada de cinco obispos y un considerable séquito; tuvo que empeñar algunos vasos sagrados para pagar su viaje. En Constantinopla fue acogido como lo que verdaderamente era, la cabeza de la Iglesia Católica, pero Justiniano no se doblegó y la misión política fracasó.

Pero Agapito aprovechó su viaje para realizar gestiones eclesiales de importancia: instar al cumplimiento del Concilio de Calcedonia y deponer personalmente al patriarca Antimo I, de tendencias monofisitas pero que contaba con el favor del propio Emperador. Su destitución fue una verdadera prueba de fuerza de la libertad de la Iglesia frente al Imperio. En su lugar consagró él mismo a san Menas. Poco tiempo después, y aun en Constantinopla, murió, dejando sin embargo la convicción de su santidad no sólo en la Occidente sino en la Iglesia de Oriente. San Gregorio I lo califica de «trompeta del Evangelio y heraldo de la justicia».

Lc 24, 35-48

Los discípulos, que retornaron de Emaús a Jerusalén, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: "¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: "¿Tienen aquí algo para comer". Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; él lo tomó y lo comió delante de todos. Después les dijo: "Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos?". Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: "Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto".

21 de abril - Día de Nuestra Señora del Valle en Argentina

Postrado humildemente a tus pies,
¡oh Virgen Santísima del Valle!
vengo, a pesar de mi indignidad,
a elegirte por Madre, abogada y protectora,
ante Jesús, tu Hijo divino,
para amarte, honrarte y servirte fielmente
todos los días de mi vida.

Alcánzame de Jesús
un vivo horror al pecado;
la gracia de vivir y morir
en la fe más viva,
en la esperanza más firme,
en la caridad más ardiente y generosa.

¡Oh Virgen del Valle!
Dame el consuelo 
de que en la hora de mi muerte,
entregue mi alma en tus manos,
y sea conducido por ti
a la gloriosa inmortalidad.
Amén.
 



San Anselmo, Obispo y Doctor de la Iglesia

San Anselmo nació en Aosta (Italia) en 1033 de noble familia. Desde muy niño se sintió inclinado hacia la vida contemplativa. Pero su padre, Gandulfo, se opuso: no podía ver a su primogénito hecho un monje; anhelaba que siguiera sus huellas. A causa de esto, Anselmo sufrió tanto que se enfermó gravemente, pero el padre no se conmovió. Al recuperar la salud, el joven pareció consentir al deseo paterno. Se adaptó a la vida mundana, y hasta pareció bien dispuesto a las fáciles ocasiones de placeres que le proporcionaba su rango; pero en su corazón seguía intacta la antigua llamada de Dios.

En efecto, pronto abandonó la casa paterna, pasó a Francia y luego a Bec, en Normandía, en cuya famosa abadía enseñaba el célebre maestro de teología, el monje Lanfranco.

Anselmo se dedicó de lleno al estudio, siguiendo fielmente las huellas del maestro, de quien fue sucesor como abad, siendo aún muy joven. Se convirtió entonces en un eminente profesor, elocuente predicador y gran reformador de la vida monástica. Sobre todo llegó a ser un gran teólogo.

Su austeridad ascética le suscitó fuertes oposiciones, pero su amabilidad terminaba ganándose el amor y la estima hasta de los menos entusiastas. Era un genio metafísico que, con corazón e inteligencia, se acercó a los más profundos misterios cristianos: "Haz, te lo ruego, Señor—escribía—, que yo sienta con el corazón lo que toco con la inteligencia".

Sus dos obras más conocidas son el Monologio, o modo de meditar sobre las razones de la fe, y el Proslogio, o la fe que busca la inteligencia. Es necesario, decía él, impregnar cada vez más nuestra fe de inteligencia, en espera de la visión beatífica. Sus obras filosóficas, como sus meditaciones sobre la Redención, provienen del vivo impulso del corazón y de la inteligencia. En esto, el padre de la Escolástica se asemejaba mucho a San Agustín.

Fue elevado a la dignidad de arzobispo primado de Inglaterra, con sede en Canterbury, y allí el humilde monje de Bec tuvo que luchar contra la hostilidad de Guillermo el Rojo y Enrique I. Los contrastes, al principio velados, se convirtieron en abierta lucha más tarde, a tal punto que sufrió dos destierros.

Fue a Roma no sólo para pedir que se reconocieran sus derechos, sino también para pedir que se mitigaran las sanciones decretadas contra sus adversarios, alejando así el peligro de un cisma. Esta muestra de virtud suya terminó desarmando a sus opositores. Murió en Canterbury el 21 de abril de 1109. En 1720 el Papa Clemente XI lo declaró doctor de la Iglesia.

Jn 6,16-21.

Al atardecer, sus discípulos bajaron a la orilla del mar y se embarcaron, para dirigirse a Cafarnaún, que está en la otra orilla. Ya era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos.
El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento.
Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo.
El les dijo: "Soy yo, no teman".
Ellos quisieron subirlo a la barca, pero esta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban.
¡Cuán dulce el sonido del nombre de Jesús en los oídos de los que creen! Jesús alivia sus penas, cura sus heridas y aleja sus temores.

San Aniceto, papa

Nació en Emesa, la actual Hims, en el Orontes, en Siria, en la época en que la Iglesia empezaba a consolidarse.

Se conocen pocos datos acerca de su vida antes de ser electo como undécimo Papa, en el año 155.

San Policarpo, como Obispo de la Iglesia de Oriente, había acudido a Roma para entrevistarse con San Aniceto sobre un tema de crucial importancia entonces, que era la fijación de la fecha de la Pascua.

Siguiendo la tradición de San Juan, Policarpo sostenía que la celebración debería tener una fecha fija. Aniceto, por su parte, se apegaba a San Pedro, y argumentaba que la Pascua siempre tenía que caer en domingo.

Ambos santos fueron incapaces de ponerse de acuerdo. Sin embargo esto no significó ningún tipo de confrontación o cisma entre las distintas sedes de la Iglesia, ya que ambos tuvieron la sagacidad de preservar la unidad por encima de todo, y “se separaron en paz”.

Contra las herejías, en cambio, San Aniceto se mostró implacable, en especial en contra de los valentinianos y de los marcionistas; además, criticó con fuerza a los partidarios del gnosticismo.

Dentro de la Iglesia, estableció normas en cuanto al aseo y el aspecto personal de los clérigos, como prohibirles llevar los cabellos largos.

A San Aniceto se le designa como mártir, aunque no existen datos que lo corroboren.

Jn 6, 1-15

Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía sanando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?". Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan". Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: "Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?". Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada". Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Éste es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo". Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.

La silla ergonómica

Cada mañana, desde sus laboratorios, las empresas silleras se enzarzan en singular batalla por sacar a la luz la silla más ergonómica del mercado...

Sillas con capacidad giratoria. Sillas con respaldo móvil y adaptable a todo tipo de espaldas, incluida la del jorobado de Notre Dame. Sillas con sistema hidráulico o neumático de altura ajustable a cada cual. Sillas que congenian anatómicamente con el ángulo de inclinación de la pantalla de la computadora y la posición de las manos en el teclado. Sillas reductoras del estrés lumbar.

Poltronas modernamente acojinadas que permiten a cualquier oficinista trabajar 18 horas seguidas sintiéndose sobre una celestial nube. Sillas que anulan cualquier elemento tosco y esconden tan bien los tornillos que luego no hay quien las desarme. Sillas con cantos redondeados y homologados, claro, por los ingenieros del CIME (Comité Internacional de Mueblistas por la Ergonomía).

Sillas tapizadas con piel de cocodrilo que -científicamente comprobado- logran que el inquilino se transporte en la imaginación a un emocionante pantano del Amazonas, casi sin darse cuenta de que se encuentra metido en la oficina modificando meticulosas, interminables e insufribles fórmulas de Excel.

Sillas con ruedas, claro. Ya es cosa del pasado oscurantista la incomodidad de levantar o arrastrar una silla. Ruedas que te llevan al último rincón de la oficina en fracciones de segundo: al armario, al archivo, al pequeño refrigerador (quien tenga) o hasta el umbral de la oficina contigua para compartir el último chisme de la vecindad; perdón, de los Headquarters.

En fin, que la silla ergonómica perfecta nunca llega pues siempre se le puede ergonomizar algo más.

Y esto de la ergonomía no se contenta con el mercado de las sillas. Puedes toparte con un tenedor ergonómico: medida y volumen perfectos, distancia ideal entre los pinchos, que, desde luego, son redondeados para evitar accidentes de mal pulso o de fatales distracciones que desvíen el bocado de su objetivo natural y lo lleven a estamparse contra la nariz o la mejilla... Más que nada para evitar que a algún listillo se le ocurra demandar a la compañía cubertera por no cumplir con los niveles mínimos de ergonomía.

Y de los tenedores nos vamos a los clips, inoxidables, cubiertos de plástico, que no pican, y con la parte central ligeramente levantada para hacer más ergonómica la operación de sujetar unos papeles.

¡Ay!, la ergonomía no hay quien la detenga. Entra a los coches, y a los aviones, y a los zapatos, y a las casas, y hasta a los parques naturales, y a la vida y a la amistad, y a la fe...

Una fe cómoda. Un cristianismo que no hace ruido, que no molesta a nadie, que no duele. O sea, cristianismo ergonómico...

El Evangelio te pide amar a Dios sobre todas las cosas. “Bien. Sí. Sobre todas las cosas menos sobre mi juguete preferido.” O sea, cristianismo ergonómico.

El Evangelio te pide tomar la cruz. “Bien, de acuerdo, pero pásame un buen cojín para el hombro, contrátame tres ayudantes fieles para que la carguen por mí, y que la cruz sea de la madera más ligera del mercado”. O sea, cristianismo ergonómico.

El Evangelio te dice que los limpios de corazón son los que verán a Dios.

“Bien pero no es para tanto, tranquilo, no hay que ser exagerado, si todo el mundo lo hace no tiene que estar tan mal.” O sea, cristianismo ergonómico.

El Evangelio te pide amar a tu enemigo. “Sí. Estoy de acuerdo. Sólo a este desgraciado lo odiaré toda mi vida.” O sea, cristianismo ergonómico.

El Evangelio te pide perdonar setenta veces siete. “Bien, pero a éste, no. Es que es un caso especial. Lo que me hizo es imperdonable.” O sea, cristianismo ergonómico.

El Evangelio te pide desapegarte de tus posesiones. “Sí. Lo que pasa es que estamos en el siglo del consumismo, y por lo mismo tengo que comprar y comprar, da igual si no lo necesito.” O sea, cristianismo ergonómico.

El Evangelio te invita a la oración. “Sí, es importante, pero no hay tiempo, ¿no ves que soy una persona muy ocupada? El tiempo libre debe ser más bien para un café, un cigarro, una fiesta.” O sea, cristianismo ergonómico.

El Evangelio te pide interrumpir tu camino para curar al que está tirado en la calle. “Lo sé. Pero hoy en día es peligroso. No sabes lo que puede pasar. Igual le ayudas y luego no te agradece.” O sea, cristianismo ergonómico.

El Evangelio te pide fidelidad. “Bien pero uno debe tener sus propias ideas, yo comparto muchas cosas de las que dice Jesús, pero no estoy de acuerdo en algunos puntos de la moral.” O sea, cristianismo ergonómico.

El Evangelio te dice que estás de paso, que la vida es un soplo, que la aproveches minuto a minuto. “Sí, bien, pero tampoco hay que amargarse, hay que aprovechar la vida haciendo lo que a uno le gusta, no sabes lo bien que yo me llevo con la flojera.” O sea, cristianismo ergonómico.

Pero Cristo no metió su Evangelio en el laboratorio de la ergonomía. O se vive tal cual es o no es cristianismo.

(P. Arturo Guerra, LC)